Es difícil llegar a creer que lo que te contaron que sería tu Vida no es tan verdad como parecía.
Creo que plantearse cambiar el guion de nuestra Vida es, para el Ser Humano, una de las tareas más difíciles, una de las más duras de enfocar y de llevar adelante. Pero, al mismo tiempo, creo que es una de las más deseadas y aplaudidas. Somos muchos los que queremos hacer cambios, pero no todos nos sentimos preparados para afrontarlos.
Planteárselos ilusiona y acojona a partes iguales. Hay una parte que empuja a llevarlos adelante y otra (casi siempre la más insistente) que te dice que eches el freno, que te dejes de ilusiones y que te centres en las razones que te explican por qué estás donde estás y no donde te gustaría. La primera nace del Amor. La segunda del miedo.
El miedo tiene una característica muy peculiar: parece verdad. Tiene una facilidad asombrosa para que nos creamos todo lo que nos cuenta y, cuando lo hacemos, nos convence de que hemos hecho lo mejor que podíamos hacer: protegernos. Pero protegernos… ¿de qué?, ¿de quién?, ¿de nuestros sueños?, ¿de descubrir nuestra capacidad? ¿De qué busca protegernos aquel que huye de cualquier cosa que no conozca? ¿de lo desconocido? ¿de verdad tengo que huir de eso?, ¿y si resulta que en lo desconocido estoy yo?
El miedo me dice que no pase por el dolor, la tristeza o la rabia. Que me aleje de los enfados o, que si los siento, los libere buscando culpables de aquello que siento yo. El miedo me dice que huya de mí, que no indague, porque indagar es abrirte a explorar sin saber, y él quiere que sepa, que me lo explique todo, que encuentre respuestas. El miedo quiere que huya hasta de él, me grita que me esconda, que me camufle entre otras formas y que no me deje ver. Que no me Vea ni yo, que me aleje de mí y me funda en otros. Que adapte mi forma a la establecida, aunque eso suponga dejar mi Vida a un lado. El miedo quiere que sobreviva, pero yo quiero Vivir.
Hay una frase de José Ortega y Gasset que me encanta. Dice así: “Aunque la mayoría de las personas no van hacia ninguna parte, es un milagro encontrarse con una que reconozca estar perdida”.
¿Te das cuenta de cuántas preguntas sobre nuestra Vida somos incapaces de responder por el simple hecho de que ni nos las planteamos? Preguntarnos sobre si el lugar que ocupamos es aquel en el que queremos estar suele ser una de ellas porque, para saber en qué lugar te encuentras, es necesario parar y tomar referencias, pero no con respecto a lo de fuera, sino con respecto a ti mismo. Casi ná…
Puede que lo que acabas de leer te haga sentir cansancio solo de pensarlo, o que se te hayan puesto los pelillos como escarpias por el mero hecho de sopesar la opción de que es posible parar para permitirse Ver. O quizás seas de los que piensan “pues yo estoy bien donde estoy”… Pienses lo que pienses, y sientas lo que sientas, te invito a que no te conformes con plantearte tus coordenadas ahora mientras lees la entrada y le das una contestación rápida. Llévate esta pregunta puesta y permítete descubrir en tu día a día cuánto del guion de tu Vida está escrito por ti y cuánto es un simple copia-pega de lo que otros dijeron que era “lo bueno”.
En mi caso, hay mucho de guion establecido. Dependiendo del capítulo que esté viviendo me conformo más o menos con lo que voy haciendo. Hay ocasiones en las que alucino con lo que voy encontrándome sobre mí. Me encanta aprender de lo que leo en mi guion porque eso me permite saber que cada una de las palabras que creo escritas tan solo se imprimen cuando yo les digo que sí. Cada frase necesita mi firma. Y sé que soy yo la Responsable de rubricarla. No hay nadie más. Nadie me obliga a que Viva la Vida como lo hago, y tampoco cuando quiero creerme que sí porque así es más fácil para mí. Soy yo la que interpreta los hechos y los da por buenos y soy yo la que, muchas veces, prefiere sucumbir al miedo y quedarse de espectadora en lugar de afrontar un guion nuevo. Soy yo quien decide desde qué parte de mí genero cada uno de mis pasos y soy yo la que da forma a mi historia Uniendo cada uno de los Puntos que llegan a Ella.
Sentirte perdida pica mucho, pero mucho, mucho. Da mucho coraje. Es una sensación fastidiada porque parece que todo el esfuerzo que has hecho en la Vida no te ha servido para nada. Duele mogollón y aparece un miedo que aterra y te hace sentir taaaan pequeña… Sin embargo, es la mayor invitación a la libertad que he conocido hasta el día de hoy porque, cuando te permites descubrir que estás perdida, Aprendes que no es necesario dejar de sentirte así, que puedes atravesar cualquier pensamiento o sentimiento que tengas por mucho que el miedo quiera hacerte Creer que no puedes, que eso no es para ti.
Sin embargo, nos cuesta creernos capaces de ello y rechazamos partes de nosotros por considerarlas demasiado intensas, duras o porque las vemos como inapropiadas ¿de verdad tiene sentido hacerlo?, ¿qué buscamos negándonos en lo que pensamos o en lo que sentimos?, ¿a qué le tenemos miedo?…
Yo creo que la Vida no es tan fiera como la pintan y, por ende, nosotros tampoco. Pararse y mirar hacia nosotros mismos es una oportunidad maravillosa para descubrirnos y para dejarnos de creer que el papel que nos contaron que teníamos asignado es el único que podemos interpretar. Yo creo que la Vida va de Vivirla y de escribir nuestra historia desde lo que Somos y no conformarnos con lo que nos dijeron ser.
“Escribe nuevos guiones. Permítete Aprender”
El dilema es si realmente hicimos algún cambio cuando creímos hacerlo, pero me encanta la idea de firmar el vistobueno de los momentos. Genial punto de vista en la forma de avanzar.
En cuanto al miedo -en general- creo que va unido a la persona de forma indisoluble en tanto nadie conoce su futuro y en cuanto es lo desconocido lo que induce el miedo.
Me gustaMe gusta