Un día con Ellos

          ¿Me puedo quedar?

          ¡Claro! Mirad, chicos, ella es Gema…

Así empezó un ratito de esos que rompen partes de ti, que te hacen sentir. Por los que te toca convencer a las lágrimas para que no salgan. De los que llegan al Ser en su forma más básica y natural, sin remilgos, sin historias. Con Vida.

El despertador sonó a las cinco y media. Mis ganas de levantarme de la cama al primer toque de diana eran nulas. – Un ratito más, por favor- Y mi móvil, que es muy bien mandado, me dejó. A la segunda ya tocaba poner los mecanismos mañaneros en marcha, así que puse a funcionar la primera ronda de Agradecimientos del día. Desde que me operaron del aneurisma eso de ser capaz de dar la orden a mi cerebro de moverme y que me obedezca, directamente, me flipa, así que lo utilizo cada mañana como primer origen de sonrisa. Un desperece bien estiradito y a continuar con la sesión personalizada de Agradecimientos… Por la persona que tengo a mi lado, por el hogar en el que Vivo con personas a las que quiero, por todas y cada una de las maravillosas Experiencias que me regale el día, por soñar, por Despertarme, y por tener la Oportunidad de Vivir este instante. Es un gustazo comenzar así el día, ¿no crees?

Cogí el bus de las siete y cuarto hacia Madrid. Son menos de quince minutillos lo que tarda en llegar a su destino, pero a mí ayer me parecieron menos. Iba leyendo y hubiese dado algo por continuar con mi lectura un ratito más -quien dice un ratito más, dice un par de horas-

Mi primera cita del día era a las 8:25. Cuando me dijeron que era el único hueco libre que tenían, casi me da la risa ¡Menudo madrugón para un día que no curro! Pero bien pensado, pues mira tú: me voy con la fresca en vez de con todo el calor y el día me cunde de lo lindo. ¡Tomaaaaaaa, si al final va a ser una suerte!

Pues sí que lo fue, sí, una suerte en toda regla. Gracias al horario de mi primera cita pude quedar con mi amiga Verónica a las nueve y media para tomarnos un cafetito antes de que ella se fuese a dar clase. Los ratitos con ella me saben a gloria. Es como ponerte delante de una sonrisa vital e inundarte de ella. Muy, muy, gratificante.

Al llegar la hora de irse a clase decidí acompañarla hasta la puerta de la ONG donde colabora: Afanias. Antes de entrar en el portal ya se encontró con alumnos y ahí comenzó la magia: Sonrisas, abrazos, besos… Me encantaba verles, a sus chicos se les iluminaba la cara al verla y a mí me miraban con una mezcla de sorpresa y alegría, no dejaban de sonreír y empezaron a invadirme unas ganitas locas de quedarme con ellos, así que se lo pregunté. Su contestación ya la conoces.

En la clase estaban los demás. Saludos, carantoñas y muchas sonrisas en la ronda de presentaciones al grupo. Me sentía acogida con cariño.

Afanias es una Organización que trabaja para la inclusión y mejora de la calidad de Vida de personas con discapacidad intelectual, y Verónica es una de las Voluntarias que aportan su pequeño-gran granito de arena en esa preciosa playa de integración y Humanidad.

Iván, Jaime, Eva, Ana, Judith, Carlos, Pablo, Raquel, Adrián y un Jaime más. Todos y cada uno de ellos pusieron en práctica eso que a nosotros parece que nos cuesta a veces practicar: la integración. Me dejaron formar parte de su grupo sin ponerme condición, sin importarles lo que hacía o dejaba de hacer, sin preguntarme un por qué.

Verónica comenzó su ratito de Encuentro con los chavales con una ronda de Agradecimientos – ¿Por qué dais las gracias hoy, chicos? – Y escuchando sus contestaciones comencé a quedarme sin palabras. Se me puso un nudo en el estómago al oírles Agradecer cosas tan sencillas como una salida al cine, la música, una comida rica, o la más impactante de todas: la Vida. – Doy Gracias por estar aquí – Uf, qué pasada escuchar esas palabras en un lugar así.

En ese momento sentí un batiburrillo de pensamientos que se entrecruzaban con sentimientos y me hacían conectar con la pureza existente bajo capas y capas de barro. Cuando lo escuché pensé en cuánto me he quejado por cosas que carecían de importancia, pero ya me encargaba yo de que, para mí, la tuvieran. Me escuché en todos los años que entendí a la queja como forma de Vida y sentí cómo aquel muchacho al que acababa de conocer se erigía ante mí un Gran Maestro de Vida.

Me sentía enormemente afortunada de estar allí, dejándome enseñar por quienes tienen la Capacidad de hacerlo sin tan siquiera intentarlo. Estar con ellos es Aprender desde la plenitud del Ser que abraza los límites Humanos. Y cada uno tiene los suyos. Yo tengo tantos…

En aquel ratito jugamos a cocinar, pero no cocinamos cualquier cosa. Además, lo hicimos sin utilizar ningún cachiperre de cocina. Decidimos cambiar ollas y platos por cartulinas y lápices de colores y los ingredientes estrella fueron la Alegría, la Calma y la Tristeza. A esa aventura culinaria, Vero, nuestra Vero, decidió llamarlo “Ensalada emocional”. Pintaba bien la cosa.

El juego consistía en elegir un color de cartulina para cada una de las Emociones y plasmar lo que nos hacía sentir de la manera que se nos antojase mejor. Valían palabras, dibujos… cualquier forma de expresión era perfecta. Y empezamos a Crear Conectando con eso que al común de los mortales nos cuesta tanto: con lo más íntimo, con lo que sentimos, con lo que Somos.

Me parecía muy curioso verles hacerlo. Eran pura naturalidad. Expresaban sin condicionamientos. Les miraba y veía una Capacidad Magistral para permitirse Ser lo que Eran. Y eso es algo a lo que yo aspiro: a Ser lo que Soy más allá de lo que pienso sobre mí y sobre lo que me rodea.

Me parece curiosa la forma que tenemos de entender la DisCapacidad. Yo me sentía mucho menos capacitada que ellos para Conectar y expresarme, pero esa etiqueta no colgaba de mí, eran ellos quienes la portaban. Curiosa ambigüedad. Ellos Vivían sin filtros, expresaban lo que sentían desde el respeto y reconocían sus propias emociones infinitamente mejor que mucha, muchísima gente que conozco y entre la que me incluyo.

Estar con ellos era impregnarte de la Esencia más pura de la Vida. Amor sin condición. Aquí van algunos ejemplos:

Mientras hacíamos el ejercicio, Iván me miró, me dio las gracias por estar allí, me abrazó y me dio un beso.

¿Cuántas veces he sentido la necesidad de decir gracias, de dar un abrazo o un beso y lo he dejado pasar por creer que no era el momento de hacerlo y me he quedado con esa sensación tan amarga de “tenía que haberlo hecho”? Ahí me dejo esta auto-pregunta.

Jaime es un fiel seguidor del Madrid. Hablaba de su equipo y se le iluminaba la cara. Disfruta del fútbol y en el aula nos contó lo importante que es para él entender a la gente que sigue a otros equipos, incluyendo al Barça, con el mismo respeto que siente por los que son del suyo.

El ejemplo que me dio Jaime me hizo pensar en algunas personas que conozco que son Capaces de desear la muerte a otros que visten camisetas de distinto color por el simple hecho de que no son la suya. ¡Qué interesantes las Capacidades del Ser Humano y qué variopintas resultan dependiendo del uso que se las dé!

Judith levantaba muy poco la mirada, la mantuvo fija casi todo el tiempo. No hablaba mucho, pero, cuando lo hacía, cada palabra se teñía del color del Alma. Pintaba de maravilla, mil veces mejor que yo.

Dibujar es uno de los dones que me gustaría poseer y no poseo. Creo que con la pintura, al igual que con la música, se pueden alcanzar lugares donde las palabras no llegan. Judith tiene esa Capacidad natural. Yo no la tengo.

Podría escribir mucho más sobre ellos, sobre lo que me invitaron a mirar de mí, pero hay que ir cerrando la entrada de hoy. Eso sí, no quiero despedirme sin contarte algo. Ocurrió cuando hablaban sobre un dibujo inspirado en la tristeza: de frente se veía una mujer y tras ella había una ventana que mostraba el mundo con el que soñaba fuera de su habitación: las montañas y el sol. Su autora lo dibujó así para expresar lo que sientes cuando te gustaría disfrutar de algo que no tienes.

Un día con Ellos

A mí me pareció una forma perfecta para expresar mi forma de Vivir durante muchos años, anhelando, imaginando, soñando, y sin pararme de quejar por todo lo que quería ver y no veía.

Por eso, la entrada de hoy es una reflexión sobre nuestras Capacidades y la forma que tenemos de relacionarnos con ellas. Sobre las tuyas y sobre las mías. Sobre las visibles y las escondidas. Sobre aquellas de las que alardeamos y sobre las que pretendemos esconder para que nadie sepa. Sobre todas y cada una de ellas. La entrada de hoy es una invitación a Verlas y a que no te conformes con soñar que disfrutas del sol y las montañas que sabes que hay fuera de los límites que te rodean.

Siéntete Capaz. ReConócete. Abre tu puerta.

 

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