Darle Gracias a la Vida suena cursi hasta que sientes la necesidad de hacerlo.
La frase que acabas de leer no habla de esos momentos en los que te sientes agradecido por haber podido comprarte el coche o la casa que querías, y tampoco por alcanzar un trabajo soñado, no. Ese tipo de agradecimientos -los que sentimos al conseguir algo que no teníamos y nos ha costado esfuerzo alcanzar- nadie los considera cursis, ¡qué va!, esos son los que todos aplaudimos, o con los que soñamos quizá, aunque duren lo mismo que lo que tardamos en marcarnos el próximo objetivo a alcanzar.
El Agradecimiento a la Vida es distinto, nace de otro lugar, porque no surge por el hecho de conseguir acceder a algo complicado, sino de generarlo por algo tan básico como estar Vivo. Sentirte Agradecido por algo que, ¿simplemente?, se te da.
Sin embargo, pocas veces reparamos en la importancia de hacerlo. Estamos acostumbrados a estar Vivos, y a esta sencilla obviedad, muchos de nosotros podemos añadirle que contamos con la salud como aliada, lo que nos lleva a afrontar cada nuevo día confiando en que nuestra “base vital” e imprescindible nos acompañará a lo largo de este día, de mañana, del siguiente… Y del siguiente… y así hasta convertir los 86.400 segundos de cada nuevo día en un derecho adquirido al que no nos resulta necesario prestarle demasiada atención.
Hace unos días leí en Instagram algo que me caló y me hizo reflexionar. Lo escribía Silvia Abascal.
Para quienes no la conozcan, Silvia es una actriz española que sufrió un derrame cerebral hace seis años. Tras un tiempo poniendo toda su atención en recuperarse, comenzó a experimentar mejorías, pero, a día de hoy, aún le queda alguna secuela de lo que le sucedió. El pasado 24 de junio, Silvia compartió en la red social un momento absolutamente mágico para ella: había acudido a escuchar a Alejandro Sanz en el concierto que el cantante ofreció en el Estadio Vicente Calderón. Puede que la experiencia no suene apasionante como tal, pero para ella lo fue por el simple hecho de sentirse profundamente Agradecida al haber superado un gran reto. Esto fue lo que publicó:
“Fue con tapones y con cascos… pero fue. Quien me conoce algo, sabe del significado de enfrentarme a esta dimensión de sonido, de escuchar en directo este “Lo ves”? Yo no sé describir este momento… pero sí latirlo, valorarlo y agradecerlo donde no llegan las palabras”
Leer esto me hizo reconocer el lugar en el que se formaron cada una de sus palabras. La forma que Silvia tuvo de expresar ese espacio donde las palabras no llegan, donde no es posible la descripción completa de lo que se Vive, donde lo más cercano es el Silencio, fue para mí un auténtico regalo, porque me transportó a ese rincón de mí donde la Vida se deja latir.
Hay lugares que no se pueden describir, a los que es imposible ponerles nombre, que necesitarían libros repletos de palabras, de estudios y de distintos enfoques y opiniones para ser capaces de acercarnos a encontrar su definición exacta y, aunque consiguiéramos aproximarnos, estaríamos lejos de hacerlo de verdad. Hay espacios que tan solo se pueden Experimentar, porque en el momento que tratemos de ponerle un nombre, ya estaremos recortando la experiencia para encajarla en el parco significado de la palabra.
Ese espacio personal que resulta tan difícil de ceñir a algo tan pequeño como un vocablo es lo que hace que te sientas Agradecido a la Vida por el ¿simple? hecho de Vivirla. Es lo que cultiva la sonrisa más allá de las circunstancias, lo que arroja luz a la sombra y lo que desdibuja nuestro miedo hasta convertirlo en serena calma.
Y si esto te parece difícil de alcanzar, date la oportunidad de dejar de necesitar alcanzar nada. Descubre que ya Eres cuanto necesitas Ser y que ya tienes todo lo que necesitas para Vivir. Tienes Vida.
El resto son tan solo añadidos que acoplar y tú serás quien los gestione hasta convertirlos en necesidad. Eres tú el que piensa, analiza y prioriza lo que quieres conseguir hasta llegar a necesitarlo. ¿Suena duro? Puede, pero es real. Y si no, plantéate cuánta gente no tiene lo que tienes tú y aun así irradian Vida o cuántas personas, al perderlo todo, han descubierto que no era tan necesario tener lo que tenían para ser felices en su día a día.
Tener Vida es lo único necesario para Vivirla. Tan lógico y trivial que a veces no nos damos ni cuenta.
Pero hay otras veces en las que sí que lo hacemos y no porque nos lo hayamos propuesto ¡qué va! Hay veces en las que la Vida te lo planta en las mismísimas narices, así que no queda otra que Verlo. Creo que una palabra apropiada para definir esto que a veces te organiza la Vida para que te des cuenta de que la tienes puede ser “Adversidad”.
La adversidad es un recurso como otro cualquiera para que espabiles, para que dejes de creerte con derecho a tener lo que tienes. Y ahí, en lo que tienes, se incluye tu Vida. No es necesario hacer drama al contemplar la posibilidad de que la Vida, igual que viene, también se va, pero sí que es enriquecedor que tomes conciencia de ello.
Existen tantas clases de adversidad como personas que la experimentan. Aún viviendo tú y yo lo mismo, lo tuyo será distinto a lo mío, y no porque lo sea de verdad, sino porque ambos le haremos “añadidos”.
Nunca vemos la realidad como es, sino como la pensamos, como sabemos interpretarla, y esta circunstancia que podría volver a resultar tan obvia como para que se nos pasase tenerla en cuenta, se convierte en una aliada perfecta cuando nos damos la oportunidad de utilizarla como herramienta para identificar qué nos lleva a interpretar la Vida como lo hacemos, a pensar como pensamos, a sentir como sentimos, a hablar como hablamos y a actuar como actuamos. Y todo esto, ¿para qué? Pues para algo tan apasionante como descubrir si nos estamos permitiendo Experimentar plenamente nuestra Vida o nos hemos conformado –hasta el día de hoy- con sobrevivirla.
Darte permiso para llevar a cabo lo que acabas de leer te conducirá a Ver cómo la dureza y el miedo ante la adversidad se convierten en la fuerza y la ilusión ante tener la Oportunidad de superarla. Es absolutamente brutal experimentarlo. Poner en duda todo lo que nos contamos sobre lo que nos limita y sacar del cajón nuestros mejores recursos para Caminar una nueva Vida. Una que, aun siendo la misma, nunca vuelve a ser igual porque ya no desempeñas el papel de víctima, sino el de protagonista. Y al hacerlo descubres esa sensación que tan fielmente reflejaba Silvia; la de no ser capaz de describir la Vida, pero sentirte plenamente capaz de latirla.
De ese momento tan especial al de convertirte en un cursi encantado de serlo hay solo un paso más… ese en el que sientes la necesidad de darle Gracias a la Vida por el simple hecho de haberte dado la Oportunidad de des-cubrirla.
Gracias Gemita
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