DesAprendiendo…

DESAPRENDIENDO...

Escribir se ha convertido en una especie de terapia. Me gusta intentar traducir mis emociones a palabras, pero muchas veces me cuesta sacar tiempo para hacerlo con calma y me toca rascar huecos al día o robárselos al sueño hasta bien entrada la madrugada.

Soy de las que aprovechan los días, reconozco que me gusta exprimir el tiempo; llenarlo de pasos adelante, de sonrisas, de proyectos que cogen forma, de otros nuevos, de charlas en la mesa con los platos aún por recoger y de ratitos con amigos a los que he decidido no echar más de menos.  Hago muchas cosas a lo largo del día, quizá muchas/demasiadas. Me gusta aprovechar cada instante, pero cada vez siento con más fuerza que llega el momento de parar para hacer mío mi tiempo.

Y no es que no crea que es mío ya (que lo es puesto que soy yo quien dispone de él, lo prioriza, lo organiza y lo exprime para sacarle partido) pero hay otra forma de experimentar el tiempo que no tiene que Ver con lo que haga con él, con los hitos personales o profesionales que vaya alcanzando, sino con dar pasos hacia un lugar diferente al que nadie más puede llegar: hacia mí. Cuando lo haces, cambia la percepción del tiempo y tu forma de disponer de él.

Justo ahora, mientras arranco nueva entrada en el blog, en este momento en el que comienza mi terapia de reflexión, cuando bajo a tierra lo que siento y lo convierto en palabras, me doy cuenta de ello, de lo importante que es dedicarme tiempo. Siempre lo he sabido, siempre me lo he pedido, pero no siempre me he sentido capaz de escucharme con la suficiente claridad como para robar el tiempo de los quehaceres para entregárselo a los quesentires.

Durante muchos años me acostumbré a parar a golpe de cansancio, paraba solo cuando ya estaba hasta las mismísimas pelotas y no podía más. En algunas entradas de este rinconcillo que compartimos ya te he contado lo de mi cabreo con la Vida. El que duró 22 años. Veintidós. Más de ocho mil días en los que hice mucho y sentí poco. O puede que sea mejor y mucho más certero decirte que sentir, sentí mucho, y hacer, hice muy, pero que muy poco con lo que sentía de verdad. Me dolía tanto sentir que me cagaba viva cuando asomaba cualquier emoción un poco subida de tono. “No, por favor…” y me convencía a base de pastillas de que no hablaba sobre mí lo que me gritaba el corazón, que era cosa de otros, y que, si lo fuese, podía anularlo a base de sonrisas dibujadas por pastillas milagrosas dispuestas a secarme las lágrimas que no llegaban a brotar.

Así veintidós años que se dicen rápido, pero se Viven lentos.

La verdad es que ahora mismo tampoco sabría explicarte qué ha cambiado en mí con respecto a esos momentos, creo que no existen cambios reales, tan solo nuevos permisos. Eso sí, mi forma de experimentar cada momento de la Vida es totalmente distinta. Me resulta muy bonito darme cuenta de cómo las gafas que me coloco para Ver lo que me rodea me permiten des-cubrir las cosas… Personas. Circunstancias. Y momentos, porque los momentos siempre están, antes y ahora, y son momentos sin más hasta que descubres que pueden dejar de pasar sin pena ni gloria si decides convertirlos en un auténtico regalo con algo tan simple como tomar conciencia de ellos y redirigir tu foco de Atención.

Cuando lo haces, descubres que también puedes colocarlo sobre las grietas que has ido encontrando en ti para conocer lo que escondes tras ellas. Es como viajar al centro de la tierra, a lo que no has explorado jamás; el lugar al que sabes que nadie puede acompañarte, aunque quieran o quieras, aunque lo intenten o intentes… no podrán porque eres tú quien lo alberga y el único que puede entrar.

Explorar lugares es más divertido cuando lo haces en compañía, y más aún cuando cuentas con todo el equipo necesario para que tu expedición sea divertida e intensa. Explorar mola más cuando otros ya han explorado el lugar por el que tú vas a caminar y te cuentan lo que sintieron, lo que encontraron. Y tú te imaginas disfrutando de lo que te cuentan como algo genial, descubriendo tus recursos -pero solo los que no hacen herida al buscar- y apoyándote en lo que los otros aprendieron y ahora comparten contigo para que tu paseo pueda tildarse de aventura pero sin que te toque sacar de tus entrañas el kit de supervivencia. Explorar es más dulce cuando encuentras lo que buscas encontrar, pero te acojona cuando no sabes hacia dónde vas, cuando desconoces los recursos con los que cuentas, cuando nadie antes ha estado en el lugar al que tú te diriges y no tienes ni una puñetera brújula con la que ubicarte y saber en qué lugar te encuentras.

Para explorar lo que nunca antes se ha explorado no queda más opción que hacerlo así, a tientas, confiando (que bonita palabra) en lo que Eres de verdad. Creyendo en ti y Creando una nueva realidad que no es distinta a la de antes, pero sí que lo parece cuando es observada desde una nueva perspectiva… esa en la que te sabes principio y fin de tu propia pateada.

A mí me da la sensación de que, cuando lo haces, cuando comienzas a explorarte, cuando te miras con suficiente honestidad como para Verte, algo cambia también en tu forma de mirar a los demás y reconoces sin esfuerzo a esos troyanos que caminan sus propios caminos dispuestos a explorar. Es una sonrisa, una mirada, un comentario, un beso con Alma, o una simple palabra, lo que te conecta con esa persona en ese lugar donde te das cuenta de que la Vida es un misterio, que nada conoces de verdad; en el que eres consciente de tus condicionamientos y te permites verlos sin más, sin creértelos, abriéndote paso entre ellos con la confianza de saberte más que lo poquito que puedes razonar sobre lo que estás sintiendo.

En ese lugar en el que te sabes Presente, la Vida se cubre de Magia. Date la Oportunidad de acercarte y lo verás. Hazte un regalo, regálate tiempo, el tiempo de acercarte a lo que Eres de verdad. Y regálatelo ahora, deja de creerte que lo puedes aplazar. La Vida no se aplaza, simplemente se da, y eres tú quien decide Vivirla o que cada instante vaya al saco de los momentos sin latido, al de los momentos sin más.

Me ha encantado escribir lo que acabas de leer, me ha llevado a momentos donde lo que se comprende carece de Sentido y mi Sentido me pide que le deje Ver.

Hay tantas veces que la Vida se da así que se convierten en un «siempre» que incluye todos los momentos, incluso aquellos en los que no te das permiso para des-cubrirte en ellos.

No sabemos nada, pero queremos saber. No nos conformamos con Vivir, queremos entender la Vida. Y además queremos que nos resulte fácil, que no tengamos que saltar acantilados, que sea la Vida la que entienda nuestro miedo a las alturas en lugar de nosotros entender que el miedo se nos muestra para que nos Aprendamos gracias a él. Pedimos que la Vida entienda nuestra forma de no entenderla a Ella, que nos diga que le vale con que sepamos lo que ya sabemos, que no nos haga plantearnos si deberíamos desaprender lo que nos grabaron a fuego y que, si al final tenemos que hacerlo, sean otros quienes nos enseñen cómo hacerlo, que no nos toque explorar caminos nunca antes explorados…

… pero la Vida decide que eso no es así…

… y tienes la Oportunidad de Aprender a Vivir y disfrutar de que, a veces, tan solo a veces, dos más dos… no suman cuatro.

 

 

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Julián González dice:

    La Magia esta en tus palabras y letras que se colocan de manera que creas el espacio mágico, Gracias por nutrir!

    Me gusta

  2. Julián González dice:

    Gracias como siempre das sentido al sentido.

    Me gusta

Deja un comentario