¿Alguna vez has sufrido por algo?
¿Has sentido en tu piel que aparece aquello a lo que más temes?
No sé si alguien podría situar el punto concreto donde el dolor se convierte en sufrimiento. O lo mismo podríamos hacerlo todos si nos parásemos a pensar en ello con la suficiente Atención…
Hay mucho escrito sobre el tema del dolor. Desde el plano físico se estudia cómo combatirlo, de qué forma lucharlo, y también qué información nos aporta para ayudarnos a identificar un problema de salud o en qué parte de un proceso de enfermedad nos encontramos. El dolor nos ofrece datos, datos que necesitamos conocer para descubrir cómo funciona y trabajarlo hasta conseguir anestesiarlo o hacerlo desaparecer.
Pero como los Seres Humanos somos mucho de hacer las cosas a lo grande, pues nos dio por tener la capacidad de experimentar también otro tipo de dolor. Se trata de un dolor bien distinto al físico. Mucho menos tangible, pero más común y latente; uno al que no le hace falta ni siquiera tener un motivo «aparente» para llegar. Es un tipo de dolor que juega el papel de cuñado cansino que se instala en tu casa sin avisar. Le llamamos dolor emocional.
El emocional es un dolor porculero. Le mola mucho eso de que le teman para que le sea fácil imponerse y que todo el mundo le baile el agua. Eso sí, hay que reconocer que se lo curra mucho y es bastante hábil. Tiene la capacidad de montarse películas que él solito financia, escribe el guion, las graba y actúa en todos los papeles: como extra, secundario de poca monta y papel protagonista. También las monta y edita para que tú solo tengas que dejarte llevar por una historia creada por D. Dolor y que puede que poco tenga de realidad -o incluso nada-. Pero a nosotros no nos interesa poner en duda lo que esa peli nos cuente, no. A nosotros lo que nos interesa es que se nos pase el rato con ella, que no nos haga pensar mucho y que nos den el camino bien caminadito para que no tengamos que caminarlo nosotros mismos.
A D. Dolor le mola mucho lo de inspirarse, así que tiene colegas que le ayudan a coger ideas para la peli. Son súper colaboradores, le ayudan mogollón y le cuentan un montón de argumentos para que la peli que te van a poner delante tenga sentido. D. Dolor ya sabe cuál es el fin de su obra: que tú salgas de allí dolorido, pero necesita hacer tan creíble e interesante su historia como para que mantengas toda tu Atención sobre ella en lugar de que te fijes en todos los «fakes» que se les cuelan.
De darle argumentos se encargan sus compinches. Lo de compinches no tiene un tono despectivo (aunque lo parezca), a mí me parecen majetes porque no tienen ninguna maldad, solo intentan demostrar lo buenos que son en su trabajo y ayudar al Director de la peli para que consiga engancharte y quieras financiarle la siguiente. Aunque también es verdad que no dejan de ser cómplices del dolor que te crea creer que es verdad lo que estás viendo..
Si te interesa conocer los nombres de estos compinches/co-creadores/cómplices de tu película, quédate hasta el final de la misma. Aguanta. En los créditos salen sus nombres. Yo eso lo aprendí la primera vez que me quedé a verlos. Hasta antes no lo sabía.
En mis primeras veces viendo pelis de D. Dolor no me quedaba nunca hasta el final. Me agobiaban tanto que las paraba mil veces y, en cuanto se acababan, apagaba mi video beta. Después pasé a apagar el vhs, después el dvd y al final terminé desconectando el pen. D. Dolor se lo curra mucho, ya te lo he dicho. A mí me hacía llorar con hipos y todo. Estaba tan metida en la peli que estaba viendo que me la creía al cien por cien. Y en alguna de esas proyecciones, rindiéndome en pleitesía, convertí a D. Dolor en D. Sufrimiento. No sé cuándo fue, no me acuerdo del momento en el que ocurrió. Tan solo recuerdo que sufrir me resultaba inevitable.
Lo que sí que recuerdo es la primera vez que me quedé a ver los créditos de una de mis pelis. El Director quería crear una peli de alto impacto y eso fue lo que consiguió, que me quedase tan impactada con el argumento que preparó, que ni me enteré de que el resto de la peli pasaba. Así llegué al final de la peli que me habían preparado y, cuando miré la pantalla, me di cuenta de que aparecían los nombres de los cómplices del Director.
Los compinches de nuestras pelis, normalmente, tienen nombres rarunos, no te vayas a pensar que son como nosotros, que tenemos normalmente uno o dos, ¡qué va!, a ellos les mola más ir de trending algo, hacerse los importantes y que nadie sepa muy bien ni lo que son ni de lo que van. Bueno, nadie menos ellos, que ellos sí se saben, y se saben bien. Tienen claro lo que quieren… darle cuerpo a nuestra peli, que mantengamos la Atención, y argumentarla tan bien, tan bien, que salgas del cine con la sensación de que tú eres el protagonista. Buscan poseerte. Como cuando todos salíamos del cine fantaseando con tener la capacidad de volar después de haber visto la peli de Supermán. Así trabajan los compinches del dolor.
Antes ya te he que contado que la primera vez que conseguí ver los créditos fue cuando me pusieron delante una peli que me pareció tan flipante que del propio alucine no fui capaz de verla como había visto las anteriores. En aquella ocasión se lo montaron muy bien porque D. Sufrimiento y sus compinches decidieron que sí o sí iban a poseerme, y convirtieron a un aneurisma cerebral en el protagonista de mi historia. Aquel día por fin conseguí leer algunos nombres de los créditos finales y he pensado que los voy a compartir contigo por dos motivos. Uno de ellos es que me sale reconocer su arduo trabajo (se lo curraron mucho) y el otro es que creo que, si no han participado en alguna de tus historias también, fijo, fijo, fijo, que alguno de sus familiares sí que lo ha hecho.
Allá va mi humilde reconocimiento a algunos Maestros disfrazados de compinches…
¡Hostiás!
(sí, con tilde)
Luego me enteré de que era el pseudónimo que utiliza la sorpresa para parecer más cool y hacerse la fuerte cuando tú tienes que reaccionar ante una noticia que te resquebraja.
Espabila, que no te da tiempo
Este compinche es de los más majetes. Resulta bastante aburrido a veces porque te azuza para que hagas testamento, intentes ampliar la cobertura de algún seguro y te pongas al día con todos los aspectos burocráticos que debes solucionar por si mueres, pero también te susurra muy cerquita para que digas te quiero cada vez que te salga de la peineta.
La peineta
Esta tiene tela. Parece inocente, tiene cara de buena, pero tiene unas pelotas importantes. Le gusta imponerse. Hasta tiene su propio lema “haz lo que te salga de la peineta”. Cuando te das cuenta de lo cerquita que puede estar tu muerte, este lema coge fuerza y con eso juega para que tú te pongas chulita. Ojo con ello, porque La peineta a veces se lía y habla desde sus cojones en lugar de hacerlo desde el corazón. Y los resultados son bien distintos.
Mira que te dije…
Me parece raro que un nombre propio lleve puntos suspensivos, pero salía así en los créditos de mi peli. Puede que lo hiciese para dejarme con la duda de algo o para que yo le pusiese el final que yo quisiese. Se me ocurren algunos que hubiese podido ponerle: “Mira que te dije… que intentases ser feliz cuando podías y no ahora que lo mismo ya no puedes”, “Mira que te dije… que la Vida son dos días y tú sin hacer ni puto caso”
EL MIEDO
Éste compinche salía con mayúsculas. Para mí que es el Jefe de los cómplices de D. Sufrimiento. El miedo hace que te cagues tanto, tanto, tanto, que lo único en lo que piensas es en huir de él. Poca gente se abre a conocerle. Qué triste tiene que ser eso, que nadie quiera acercarse a ti porque dicen que les das miedo siendo tú el miedo. ¿No es curioso que alguien pueda hablar de ti sin conocerte?
Podría nombrarte muchos más -de hecho, he pensado que escribiré una entrada con todos los que he ido descubriendo después de decidir quedarme a ver el final de cada una de mis pelis- pero en la de hoy toca ir despidiéndonos no sin antes invitarte a que te des la Oportunidad de desCubrir que…