Sobre unos tacones rojos se yergue como nadie a quien yo haya visto antes. Lo mismo hace sobre la Vida.
Escribir sobre una persona a la que admiras profundamente es todo un reto porque sabes que, por mucho que lo intentes, no podrás acercarte con palabras finitas a la inmensidad de su Alma. Aun así, yo voy a intentarlo…
Creo que ponerse de pie ante la Vida no siempre resulta fácil, no siempre es bonito, no siempre sale a la primera, no siempre sale a la segunda, y hay veces que te cagas en la puta hostia cuando ni siquiera te sale a la vigesimotercera, pero quien se sabe de pie ante Ella, también sabe cuánta falsa verdad esconde la necesidad de alcanzar el muy humano y bípedo equilibrio, el que habla de tener la Vida bajo control e ir alcanzando objetivos que se adecúen a lo que “se debe conseguir” para estar tranquilo siendo «alguien». Aquellos que se saben de pie ante la Vida también se saben erguidos ante la necesidad de necesitar y no se doblegan ante su regio mandato. Simplemente la miran de frente, sueltan amarras y levan sus anclas porque comprenden que, para llegar hasta el lado en el que la Vida deja calado al mismísimo mar, has de dejar que la Coherencia te guíe en el difícil adiós a viejos puertos mil veces fondeados.
Vero es experta en el arte de navegar, Capitanea su barco con Vital excelencia. Tan natural es en ella, que a veces ni ella se da cuenta. Verla desde fuera es fascinante. Incluso descalza es capaz de erguirse sobre la Coherencia del rojo de sus tacones y caminar con ellos por cada rincón de sus mil camarotes.
Punta, tacón y punta.
Vero se permite que la Vida la cruce de lado a lado. Me emociona escribirlo. Nunca he visto una agilidad igual para hacerlo con tal pureza, tal honestidad, tal dulzura y tal curiosidad ante cualquier situación que le llega. Ante personas y circunstancias ella se abre en canal, saca el corazón y lo muestra. Es la expresión Coherente de alguien que está Presente en su propia Vida y observa desde el Amor y la quietud serena todo cuanto acontece. Para muestra, un trocito de su tacón…
Cuando Íñigo, su gran peque, tenía un año, ambos perdieron al tercer vértice que dotaba de forma triangular a la familia que habían creado. Tocaba afrontar, readaptarse y Aceptar. Tocaba navegar y no sucumbir a la vigesimotercera intentona, tampoco a la quincuagésima o a cualquier otra aunque entre todas llegasen al millón. Tocaba abrir escotillas, dejar que entrase el agua hasta donde tuviese que dejar posado el sabor de su salitre y después sacar el mocho y ponerse a fregar un corazón roto de aconteceres y zurcido de Amor puro.
Créanme señores si les digo que hay superhéroes a los que no se les ve la capa.
Un perfecto caos me puso a Vero delante. En un bus me enamoré. En tres días construyó su propio rincón para afincarse en mi Alma y durante toda mi Vida sé que voy a poder disfrutarla.
Vero es de esas personas Mágicas que no necesitas conocer para saber quiénes Son. Si me pusiese a contar cuántas veces nos hemos visto desde aquella primera vez, creo que, entre todas, no sumarían más de quince o veinte. Da igual. La Vida no necesita contarse o medirse para Ser. La Vida Es. Punto. Se expresa en cada instante y no necesita acumular grandes cantidades de nada para demostrarle al mundo su magnanimidad. Así que las personas, como buena reproducción de Vida que Somos, tampoco necesitamos acumular o alcanzar nada. (siempre y cuando no lo creamos necesitar)
Con la Amistad real pasa lo mismo. Simplemente Es.
La bella mujer de la que te hablo muchas veces pinta sus labios de rojo. Yo creo que es para recordarme que cada palabra que pronuncia lo hace a juego con el latido que marca sus pasos. De ahí el color: el rojo. Porque el rojo de su corazón tiene un don expansivo que ella identifica como un boomerang. “No hago más que recibir” eso es lo que dice, y yo veo que tampoco deja nunca, nunca, nunca, de entregar.
Jamás la he escuchado hablar mal de nadie. Trata con mimo y con respeto a cualquier persona que tiene delante y siente la Vida como una fortuna que le toca a cada instante. A mí me da que alguno de sus apellidos es Midas. De esto último no estoy muy segura, pero creo que, si no es verdad del todo, mucho se le acerca, pues tiene la capacidad de convertir en el mayor de los tesoros cada Vida que toca. Lo único que la diferencia de aquel avaro rey de cuento es la avaricia que acompañaba al soberano, pues en su caso es la ilusión y el deseo de compartir tesoros con los demás lo que la convierte (también) en una preciosa y vehemente mezcla entre Robin Hood y Peter Pan.
Se me nota enamorada, lo sé. Ella también lo sabe. Lo digo alto y lo siento claro. Es lo coherente que tiene el querer, que se sabe, se siente y se late desde el tacón hasta la punta.
Si un hada madrina llegase ahora mismo deseosa de dotarme de una nueva capacidad, tendría muchas personas en las que inspirarme para elegir entre distintos dones que aún no siento conmigo, pero sin duda alguna, le pediría acercarme -aunque fuese de refilón- a la bondad, la coherencia, la grandeza y la humildad de una chica que elige cada día subirse a su propia Vida y dirigir cada uno de sus pasos hacia el rojo de su inmenso corazón.
Mi preciosa Vero, a tu servicio tienes el mío. Gracias por Ser, por aparecer, y por quedarte. Te quiero infinito.
Precioso tu escrito. No te conozco, pero a Vero ,si. Para ser más exacta, es mi sobrina y decir que es un encanto es poco. Iñigo es un ángel y un principe y es su padre en miniatura. Sabéis que os queremos y en pocos días nos vemos. Un besazo
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