LA PRIMAVERA LLEGA TRAS CUALQUIERA DE TUS INVIERNOS
Así viene el arranque de una entrada que vuelvo a no saber cómo escribir.
Sé que en la palabra no cabe la experiencia pero, aun así, y quizá por terquedad, me siento delante del ordenador y trato de reflejarla. A veces me pregunto para qué lo hago. Ahora también, y la respuesta a este instante es que escriba lo que me salga y que deje de preguntarme para qué.
Estoy en casa. Sola. Aún no ha llegado la media mañana. La noche ha sido lluviosa y, disfrutando de ella, en alguno de sus momentos decidí que hoy no madrugaría tanto como tenía pensado. Los truenos que vencieron a Morfeo y no ver fechas disponibles en el calendario del corto plazo para volver a disfrutar de un ratito de esos han sido excusas más que suficientes para retrasar el inicio de mis actividades hoy. Para mí, todo un avance.
Durante mi ratito «de más» en la cama no he conseguido volverme a dormir, pero ha sido incluso más reparador que hacerlo. Durante ese rato lo que he hecho ha sido Nada. Me he dejado Sentir. Ya está. Y hacerlo me ha llevado a reflexionar sobre las cosas que pasan a mi alrededor y cómo yo las Vivo. Ha sido bonito. He parado conscientemente y me he regalado un ratito conmigo. Normalmente arranco cada una de mis mañanas dando las Gracias (lo hago desde que me operé), pero el «Gracias mañanero» de hoy me ha sabido distinto. Y es que hoy me he Permitido un buen rato estar sin hacer. Poco a poco voy dándome Permisos.
Un ratito después, mientras me preparaba un té, me he dado cuenta de alguna otra de las muchas fortunas que tengo como, por ejemplo, la de haberme encontrado con Raquel, la preciosa persona que hace unos días me regaló el té, o del delicioso momento que disfrutamos cuando lo hizo. Aquel momento especial fue resultado de darme otro Permiso: el de crear algo bonito y entregarlo sin más. Mi rico té de hoy ha sido fruto de un Permiso.
Hago hincapié en ello porque creo que la Vida va mucho de eso, de darse Permisos. De los Permisos honestos llegan los frutos intensos. El mejor de ellos, al menos para mí, es darse Permiso para Vivir.
Habrá gente que me diga que para Vivir no hace falta darse Permiso. Que no hay que hacer nada especial para Vivir, que no depende de que te des Permiso o no te lo des, que estás vivo y punto. A quienes piensen así yo les diré que, biológicamente, eso que argumentan es verdad, pero que existe otro plano en nosotros -que yo no sé muy bien definir ni explicar- y que gracias a él Sabes que Vivir no es lo mismo que estar Vivo. Uno en el que para Vvir hay que decidir estar Vivo. Es el plano en el que te das cuenta de que la Vida biológica no es sinónimo de Vida Plena. Es un lugar de ti que te muestra tu forma de Vivir sin juzgarla y, con todo el Amor del mundo, te abre tus propias puertas para que desCubras si el mundo al que llamas Vida bien podría llamarse supervivencia.
Sé que no resulta fácil, pero también Sé lo sencillo que Es. Puedo experimentarlo sin entenderlo. Y también conozco la dificultad que entraña plantearse Vivir así porque durante muchos años la practiqué. Me anclé a ella. Busqué fuera lo que tenía dentro porque dentro, lo que más veía, eran sombras, y yo no buscaba en mí para encontrar aquellas mierdas, yo buscaba para encontrar cosas bonitas, luces de colores que anestesiaran lo que sentía.
Me consideré una gran superviviente. Durante mucho tiempo así me vi. Peleé la Vida porque así creía que debía ser. Necesité de resultados aplaudidos. Me creí que lo que uno Es puede avalarse como quien avala la compra de un coche, como si la Confianza en uno mismo pudiese comprarse. Curioso pero real. Doloroso pero Vivido, e incluso entendido y normalizado por una sociedad que, antes de Verse a sí misma, busca que sean los demás los que le cuenten lo que hay o cómo hay que «llegar a ser alguien” (que ya Eres); como si los demás pudiesen Verlo todo y nosotros no. Como si lo que nos cuentan los otros fuese más cierto que lo que ya Sabemos nosotros…
La supervivencia emocional de la que te hablo no es que sea mala como tal, pero es durísima de experimentar. Duele de cojones. Ahora, pensando en mi larga relación con ella y tratando de traducirla a palabras, lo que me sale es un juego lingüístico con falta total de propiedad gramatical que refleja a la perfección lo que quiero transmitirte: sufrir así ante la Vida es como «estar sobrevivido». Es sentir, profundamente, que la Vida te pasa por encima y arrasa contigo.
Sentir que la Vida es mega gigante y tú muy chiquitin@ es una mierda como un piano de cola. Todo el rato te da la sensación de que tienes que esforzarte mucho para conseguir lo mínimo. No crees tener ni una puñetera herramienta para construir algo “en condiciones” e incluso las que en otras ocasiones usaste, y creías tener a mano, cuando sientes que la Vida te queda grande, directamente, ni las ves. Agota Vivir así, créeme.
En los momentos así de intensos decidimos, sin apenas darnos cuenta, que lo que Somos no nos vale, que lo que tenemos que hacer es cambiar, actualizar la versión cutre en la que estamos y actualizarnos con la Súper versión 2310.0 porque alguien nos ha dicho que con esa, y solo con esa, conseguiremos lo que queremos: adaptarnos a todo y ser Súper felices sin que la Vida nos rasgue ni un ápice. Me duele tan solo escribirlo.
Si eres de los que quieren hacer eso: adelante, vuelve a intentar buscar la aplicación de «cómo evitar Vivir lo que Vivo» y descárgatela, pero, por favor, no olvides esto: Acceder a tu mejor versión – y no impostarla- es, tan solo, cuestión de Confianza.
Podemos imponernos aparentar que somos cualquier cosa. Incluso lo de parecer fuertes o valientes, claro que sí. Creo que hasta es bonito reConocer cómo nos hacemos los fuertes en momentos en los que nos sentimos débiles. Sin embargo, se nos pasa por alto que existe un tipo de Fuerza en nosotros distinta a esa que puede aparentarse: es la que nos hace Sabernos -y sentirnos- inquebrantables. A mí me gusta llamarla Fuerza Vital porque ésta no puede impostarse de ninguna de las maneras, simplemente se nos da, y lo único que tenemos que hacer para disfrutarla es Permitirnos que se muestre tal cual, dejando que nos cruce enseñándonos cómo estamos de Vivos, en crudito, sin aderezos ni condiMientos de ningún tipo. Porque ella no espera Encontrar nada más que TODO cuanto haya, y en ese TODO, está lo que Somos, y en lo que Somos habita la Felicidad que no cabe en 1.172 palabras
«Busqué fuera lo que tenía dentro porque dentro, lo que más veía, eran sombras, y yo no buscaba en mí para encontrar aquellas mierdas, yo buscaba para encontrar cosas bonitas, luces de colores que anestesiaran lo que sentía.» Tan cierto!!
Saludos
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Buenos días, muy bien expresado y me parece tan real!
Que tengas un gran día!
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