Héroes sin capa

Héroes sin capa

Héroe, heroína: Persona que se distingue por haber realizado una hazaña extraordinaria, especialmente si requiere mucho valor.

Extraordinario: Fuera del orden o regla natural común. Añadido a lo ordinario.

Hoy jugaremos con estas definiciones. Sacudiremos los significados que tienen para que cada uno encuentre el Sentido que le da. Coquetearemos con la forma de lo que vemos en ellas e invitaremos a pasar a los matices de lo que no se toca para que también puedan jugar. Hoy, mi querido Amigo, toca explorar.

El mundo está lleno de Héroes. Tú, sin ir más lejos, eres uno de ellos. Si necesitas comprobarlo, no pierdas el tiempo buscando una capa de tu talla. Mejor cógete un espejo, póntelo delante y abre los ojos. Si eres Honesto, comenzarás a Ver.

Yo tengo la suerte de que la Vida me pone mogollón de Héroes delante para que me fije bien en ellos. Son como los champiñones en el campo, aparecen por todas partes. El otro día incluso me Encontré con uno en el Metro.

El Metro de Madrid es un espacio singular. Uno puede encontrarse con cualquiera. Padres que llevan a sus hijos al cole, amigos que han quedado para irse de copas, estudiantes aplicados y otros que pasan de estudiar, curritos, jefazos, amantes, odiantes, futbolistas o poetas, todos caben en un hervidero de Vida bajo la ciudad.

Me encanta prestar Atención cuando estoy en el Metro porque me da la sensación de que cada uno va a su puñetera bola, dándole forma a Su forma, con Sus cosas, con Sus razones para estar allí y con Sus pensamientos para rumiar entre estaciones. Parece que lo único que tengamos en común sea una cosa que prácticamente todos llevamos entre las manos, creo que se llama Smart Phone. Por lo demás, todos distintos.

O no.

Me resulta potente y bonito reConocer que forma y fondo no son lo mismo.

El Ser Humano se estudia y categoriza a sí mismo como especie porque  TODOS los humanos compartimos una única Naturaleza. Somos Vida. La ciencia estudia cómo funcionamos por el afán de comprender el inmenso mecanismo que nos capacita para Ser lo que Somos y que, aunque lo practicamos día a día, ni de lejos conseguimos explicar por completo. En esa Vida, en la que Somos, no existen las diferencias.

Las diferencias, lo que nos hace creer que somos distintos de los demás, se crea una vez asomamos o fociño por estas tierras. Decía Freud: «lo tuyo es normal porque todavía no le hemos puesto nombre». En cuanto se nos visualiza comienza la separación. Nos separamos por sexos, por edad, por familia o lugar de nacimiento, por creencias y por profesión. Incluso dentro de una misma profesión, separamos a los que ejercen de los que no, a los que tienen éxito de los que se esmoñan contra el suelo. Disgregamos entre los que tienen pareja y a los que les gustaría tenerla, separamos a los formales de los putones verbeneros y a los que tienen cuatro casas de los sin techo. Somos tan humanamente torpes que hasta separamos lo que Somos de lo que hacemos. Me resulta súper lindo ser consciente de esto.

Así es difícil reConocerse. Así, el que no sigue el patrón establecido, lejos de sentirse libre y Coherente para mostrar a los demás cuanto tiene para entregarles, lo que hace es esconder sus dones entre la multitud para pasar inadvertido. Puede parecer lógico ocultarse por miedo a ser reConocido, pero ojito con esto, porque por evitar que los demás “te Vean” puedes dejar de Verte a ti mismo.

Hoy, como la cosa va de Héroes, vamos a dejar de lado el miedo a uno mismo, vamos a olvidarnos de lo importante que es impresionar a los demás con lo que hacemos (o con lo que dejamos de hacer) y nos vamos a centrar única y exclusivamente en colocarnos frente al espejo que tenemos delante. El de ahora mismito tiene la forma de una entrada de blog (también para mí), el de dentro de un rato puede que la tenga de comida con familiares, de estrés en el trabajo o de bañito en la playa. Sea cual sea la forma que tenga el espejo en el que vayas a mirarte, la técnica para hacerlo sacándole jugo es siempre la misma: te lo pones delante, abres los ojos y, con Honestidad, Te miras. No te preocupes por el miedo que aparece, tan solo quiere asustarte. No le mola sentirse pequeño. Está acostumbrado a que, en cuanto él aparece, el pequeño seas tú.

Así que venga, démosle cabida a todos los Héroes que aparezcan. Hoy hablamos de Valientes.

El último Héroe al que yo le he puesto nombre se llama Felipe Hernán. De él solo sé cómo le llamaron al nacer. Recuerdo el apellido de su padre y que tiene una hija a la que fue a ayudar el otro día. Es suficiente. Lo demás sobre él ni lo sé ni lo necesito. Por desconocer de él, desconozco hasta su edad, tampoco sé el nombre de su hija o si tiene más que de la que me habló el otro día. Ni puñetera idea del resto de ¿diferencias? que pudieran existir entre él y yo.

Al Señor Hernán -como a todo Héroe que se precie- el otro día le encomendaron una misión importantísima (al menos para mí): cruzarse en mi Camino. Él no tenía ni idea de la importancia de su cometido (a los Héroes de verdad les pasa eso, que ni se enteran), así que se dispuso a ejecutarla como si tal cosa, tal y como le venía la Vida, pues así la disponía.

Su primera aparición estelar tuvo apariencia inocente. Pasó como si nada por delante de mis narices mientras esperaba junto a mi Amiga Marta en un andén del Metro.

A Don Felipe le rondaban las ochenta primaveras. Su porte era elegante, recto y con chepa. Caminaba  tranquilo y tenía buena compañía: una boina bien usada y una escalera. De la última conté cinco peldaños.

  • Marta, ¿te has fijado en ese hombre?
  • Sí, qué pasada, ¿para qué llevará esa escalera?
  • Ni idea, tiene pinta de que haya ido a ayudar a alguien con alguna cosita de casa. Joe, qué bonito se le Ve.

Así arrancó una conversación con sabor a nostalgia sobre algunos de nuestros abuelos y la forma tan sencilla que tuvieron de echar un cable a cualquier Persona que tuviese la Fortuna de cruzarse con ellos.

A varias paradas de allí nos bajamos. Mi Héroe también salió de su vagón, se acercó hasta la pared del andén, y miró en la papelera mientras la removía, buscaba algo. Era la segunda vez que le veía buscar para encontrar algo donde los demás lo dejan. Me inventé una historia y la catalogué como posibilidad en mi cabeza.

Marta y yo caminábamos para salir del Metro y yo no dejaba de pensar en él. Le tenía justo detrás de mí, tenía ganas de saludarle, pero me daba miedo lo que él pudiese sentir si lo hacía. Mientras le daba vueltas a eso, recordé lo mucho que me he llevado puesto al mantener conversaciones con Personas anónimas que para mí han dejado de serlo por atreverme a iniciar una conversación con ellas, así que me apoyé en esa sensación para hacerMe caso y decidí dar un pasito al frente e intentar conocer algo más sobre el Héroe de la escalera.

  • Hola, buenas tardes, ¿te puedo hacer una pregunta?

Después de una carita un poco desconfiada, me dice:

  • Sí, claro.
  • ¿Cómo te llamas?
  • Felipe Hernán ( y otro apellido que no recuerdo)
  • Te quiero dar las Gracias, Felipe, me ha encantado mirarte, ha sido muy bonito Verte con tu escalera.

¿Aceptarías algo que mi Amiga y yo queremos darte?

  • Sí.

Lo mira y, mientras sonríe, nos da las Gracias.

  • Gracias a ti, Felipe.

La cara de Marta era un poema, le miraba encantada, con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando se iba a ir, ella le dice:

  • Perdona, Felipe, ¿nos podrías decir para qué has utilizado la escalera?
  • He ido a ayudar a la chavala con una cosa de la casa. (Se refería a su hija)
  • Imaginábamos que hacías cosas así. Gracias, Felipe, ha sido muy chulo este ratito contigo.
  • Gracias a vosotras.

Y ea, ya está, el Héroe se fue tan pichi como llegó.

Es la forma de actuar de los Héroes. De los Héroes de Verdad, de los que hacen lo que hacen porque lo sienten de corazón y se emplean a fondo en ello. Tú has sido Héroe muchas veces. También yo. Héroes de lo ordinario, de lo pequeño, de lo que se hace inmensamente grande en cuanto se late lejos de cualquier ritmo que suene a obligación.

Ahora, vuelve a la primera parte de este post, lee de nuevo la definición de las dos palabritas con las que hoy hemos jugado y préstate Atención mientras te relacionas NuevaMente con ellas. Después,  colócate frente al espejo ante el que estés y Mírate: comprobarás que tú tampoco llevas capa. Tranquilo. No la necesitas. Lo mismo un día decidiste cambiarla por cinco peldaños y ahora, tu escalera, es tu mejor tarjeta de visita.

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