COMPUERTAS ABIERTAS

el

¿Has sentido alguna vez la sensación de haber llegado a un lugar interior demasiado oscuro y temido? Ahí estoy yo, en ese espacio tan difícil y tan mío. Es una caverna cerrada durante años que, de repente, se ha abierto como por arte de Magia, o de excesos, y me ha dejado pasar. Un espacio del que sale un puto hedor que me recuerda demasiadas cosas que nunca antes supe o quise mirar porque dolían fuerte. Pero ahora, un hecho que bien podía haber interpretado como “más de lo de siempre”, por algún motivo, se ha convertido en el eslabón que faltaba para acceder a un nuevo espacio en mí. ¿Te ha pasado? Entonces me entenderás.

Serás conocedor/a del desgarro que produce la tela que toca la piel cuando esta se eriza por mezclar el miedo con una Valentía que no entiendes. Sabrás de los vértigos que pueden sentirse caminando en llano, y de las culpas y pesares que aparecen cuando decides que es momento de ocupar Tú todos tus lugares y de empezar a limpiar, airear, ordenar, sanar y poner Bonita cada grieta oscura y pocha que tienes ahí porque has empezado a respetar tú lo que quisiste, durante demasiado tiempo, que respetasen otros, y ya no pretendes otra cosa que descansar en Paz. Sabrás, si tú también lo has sentido, la libertad que supone dejar de buscar culpables y entender lo que es la responsabilidad.

Con todo esto lloro a cada poco. Me movilizan las lágrimas cosas que antes no lo hacían. Siento un dolor intenso, profundo, y desafiante. Tanto es así que mi cabeza quiere tirar de mí hacia atrás y protegerme de sentir porque teme volver a caer. “Sabes que esto duele fuerte, Gema, así que no mires, no sepas, no pienses, no sientas”.

Creo que ella aún no se ha dado cuenta de que ya no hay marcha atrás. Mi respuesta a mí es Sí. Sí a mirarme, Sí a saber de mí, Sí a descubrirme, Sí a sentir lo que me toque, Sí y mil veces Sí a sentir lo que siento, y un Sí rotundo, profundo y sereno, a obrar en consecuencia de lo que vaya señalizándose como importante para mí.

He perdido el miedo a Aprender. Ya no me sale añadirme peso extra y sé, que lo que vaya a dolerme, lo va a hacer a pelo. Sin más floritura que las que correspondan. Con todos los aspavientos que sean propios de mi cansancio, de mi tristeza o de mi enfado y con cada una de las palmas que me provoque la alegría de sentirme, yo, tan cerquita de mí.

He decidido ponérmelo fácil aún a sabiendas de que no lo va a ser. Al menos dejaré de latigarme por no ser la niña buena, que nunca fui, pero quise aparentar aunque supiera que el precio que estaba pagando era demasiado alto.

No sé si voy a quererme más, pero sí voy a hacerlo mejor. Pase lo que pase. Pese lo que pese.

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Maite Martinez dice:

    Que bien escrito! Que profundidad!
    Tu texto sabe a aire limpio y lluvia. Airear y dar luz a esa parte de ti que se sentía abandonada o herida.
    Se respira sensación de libertad y también de poder amar desde un lugar más libre. No desde la necesidad sino desde el deseo.

    Me gusta

Deja un comentario