Color esperanza

Sé que hay en tus ojos con solo mirar

Que estás cansado de andar y de andar

Y caminar girando siempre en un lugar

Sé que las ventanas se pueden abrir

Cambiar el aire depende de ti

Te ayudará vale la pena una vez más

Saber que se puede, querer que se pueda

Quitarse los miedos, sacarlos afuera

Pintarse la cara color esperanza

Tentar al futuro con el corazón

Es mejor perderse que nunca embarcar

Mejor tentarse a dejar de intentar

Aunque ya ves que no es tan fácil empezar

Sé que lo imposible se puede lograr

Que la tristeza algún día se irá

Y así será, la vida cambia y cambiará

Sentirás que el alma vuela

Por cantar una vez más

Vale más poder brillar

Que solo buscar ver el sol

¿Lo has leído mientras le ponías melodía a la letra?

Mientras lo escribía… yo sí que lo he hecho  🙂

Es una canción antigua ya. Buscando información sobre ella, he visto que se publicó en Méjico en 2002, y me ha resultado curioso que ponga hasta la fecha exacta: 16 de mayo, ¡compartimos fecha de cumpleaños! Anécdotas aparte, te cuento por qué la letra de esta canción funciona como motor de arranque de esta nueva entrada del blog…

Hace poquito publiqué un post titulado “Amigas para siempre”. En él hablaba sobre algunas de las amigas del cole que aún tengo la suerte de mantener cerquita y sobre la última excusa que nos llevó a pasar un buen rato juntas: el concierto de Cadena 100 a favor de la lucha contra el cáncer de mama. En aquel evento colaboraron muchos artistas de forma altruista, todos dejaron una buena impronta de compromiso y fuerza, pero hubo uno que me llamó especialmente la atención: Coti, el autor de la archifamosa “Color Esperanza”.

Él cantó varias canciones, y justo antes de cantar ésa, tuvo el detalle de contarnos lo que le llevó a crearla. La compuso en un momento de su vida especialmente complicado, se sentía cansado, abatido por muchas circunstancias, pero había algo de él que le impulsaba a no cejar en su empeño y a continuar con su compromiso personal hacia lo que le hacía feliz: la música.

Así consiguió escribir estas palabras y crear su melodía: levantándose siempre una vez más de las que caía.

No sé cuántas veces habré oído esta canción desde que salió a la luz, puede que cientos, pero incluso sabiéndomela al dedillo, nunca me había parado a escucharla como lo hice el día de aquel concierto.

Puede que la historia que contó Coti me hiciese abrir mis oídos de una forma distinta, o también puede que lo que cambió en aquel momento fuese el sentir la emoción de mis amigas del cole al cantarla, pero reconozco que los tonos y las palabras que en ese concierto salieron de mi desafinada garganta, iban cargadas de una especial sensación de Esperanza.

Así comienza la canción:

Sé qué hay en tus ojos con solo mirar

Que estás cansado de andar y de andar

Y caminar girando siempre en un lugar

La sensación con la que identifico estas primeras palabras tiene que ver con el hastío, con el cansancio propio de quien se siente agotado de caminar hacia lugares que sabe que no llevan hacia lo que son, sino hacia lo que “deben ser”, y también con los momentos en los que sientes que, por mucho que hagas, no podrás salir de lo que sientes que te atrapa.

Para mí, esta estrofa habla de las etapas de la vida en las que sientes que las circunstancias pesan mucho más que tú y que son ellas las que marcan tu camino, un camino en el que tu única misión es caminar girando siempre en el mismo lugar. Un camino que no cabe modificar porque, simplemente, te crees incapaz de hacerlo.

Sé que las ventanas se pueden abrir

Cambiar el aire depende de ti

Te ayudará vale la pena una vez más

¿Cuántas veces nos pasa que sabemos que debemos cambiar algo de nuestra vida y, al no saber cómo llevarlo a cabo, le colocamos la etiqueta de “imposible” en lugar de la de “no intentado”?

No digo que todo se pueda llegar a alcanzar, pero sí que me parece importante que nos concedamos la licencia para poner en duda nuestros límites. Esos límites que tan solo están en nuestra mente porque NOSOTROS los hemos instalado allí, no porque sean una realidad.

Siempre merece la pena poner en duda la veracidad de nuestras creencias, hacerlo nos acerca a conocer qué hay de nosotros tras ellas.

Saber que se puede, querer que se pueda

Quitarse los miedos, sacarlos afuera.

Pintarse la cara color esperanza

Tentar al futuro con el corazón

La primera línea de esta estrofa me parece un ejercicio importante de honestidad, “Saber que se puede, QUERER QUE SE PUEDA”. Muchas veces sé que puedo llevar adelante cambios en mi vida que creo necesitar, pero no siempre estoy dispuesta a asumir mi responsabilidad en ellos.

Ahí es donde entra a jugar el miedo, en ese momento en el que me doy cuenta de que, si quiero, puedo. Ese instante me acerca a una ronda de preguntas incómodas, es ahí donde comienzan a aparecer los “ y si…”, y no siempre estoy dispuesta a sacar esa parte de mí afuera.

Confiar en que el camino que elegimos será el que nos lleve hacia el lugar donde queremos estar es lo que nos permite recubrir las dudas grises y heladas en con un dulce halo de verde esperanza, pero tenemos que tener claro que pintar, siempre nos va a suponer manchar el pincel.

Es mejor perderse que nunca embarcar

Mejor tentarse a dejar de intentar

Aunque ya ves que no es tan fácil empezar

Sencillo no es, no. Las dudas tratan siempre de resurgir para tomar un papel protagonista. El compromiso personal para continuar por el camino se tambalea muchas veces, pero estar desorientado y aturdido no significa estar perdido, solo es una de las consecuencias de avanzar por un lugar en el que nunca antes has estado. No sabes cuál será el siguiente paso a dar, pero sí hacia dónde te diriges. En definitiva: sabes el “qué”, pero ignoras el “cómo”.

Sé que lo imposible se puede lograr

Que la tristeza algún día se irá

Y así será, la vida cambia y cambiará

¿Cuántas veces nos ha parecido imposible algo que ahora experimentamos como un hecho?, ¿dónde escondemos esa parte de nosotros de sentirnos capaces de salir de lo que nos duele?

Soy de las que piensa que la tristeza, el miedo, el dolor o la rabia no se van, creo que nos acompañan porque tienen una misión: mostrarnos una parte de nosotros que, ni sabemos, ni queremos saber ver.

El miedo nos hace cerrar los ojos, pero no olvides que no ver lo que hay, no significa que no esté.

Sentirás que el alma vuela

Por cantar una vez más

Volamos muchas veces con el alma, y gracias a eso, incluso cuando creemos que no podremos volver a hacerlo, de vez en cuando revivimos con nostalgia esas dulces sensaciones de cuando “fuimos capaces” de soltar los lastres del miedo, los rencores y las dudas que ahora sentimos que nos anclan inexorablemente a tierra, y nos empeñamos en buscar que sean otros los que vengan a desatarnos de las cadenas a las que nosotros mismos nos volvemos a enganchar por el miedo que nos supone creernos capaces de vivir haciendo nuestra la estrofa final de la canción, esa que dice:

Vale más poder brillar que solo buscar ver el sol.

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Cris dice:

    Me encanta tu forma de hacer fluir lo que sientes, realmente consigues atrapar al lector y hacerlo participe de tu reclamo. Además se ve que tienes buen corazón y fuerza pues llevas grandes experiencias a la espalda y eso refuerza tu actitud hacia el mundo. Me has inspirado y como a mi seguro que a muchas personas, así que no dejes de cautivarnos con tus palabras, eres una gran escritora.

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  2. Maribel dice:

    Precioso,, yo cantaba esa canción con los chicos del Hogar Orione en Cercedilla.

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