Encajando en la forma

Todos nos adaptamos al molde que nos toca. La época en la que nacemos, la zona donde lo hacemos, las costumbres socio-culturales, las tradiciones, la familia, los valores, el entorno, las creencias, los amigos… podemos crear una lista enorme de factores que condicionan aquello que se presupone bueno por ser comúnmente validado y que determina qué formato de vida es el acordado como referente de lo que debemos conseguir. Así visto, parece hasta interesante por lo organizadito y estructurado que resulta eso de seguir los pasos que nos toca ir dando y que, tal y como dicen los que nos invitan a que alcancemos ese ideal estandarizado, nos llevarán a la vida feliz que nos venden y que, aunque no sabemos muy bien ni en qué consiste, suena tan bucólica que nos convence para comprar el kit completo de “adapte su vida al formato establecido para llegar a ser feliz”. Una vez adquirido, nos vamos para casita tan pichis, pensando en lo maravillosos que serán nuestros días cuando ya tengamos hecho todo lo necesario para conseguir el ansiado carnet en el que nos acreditamos ante nuestro entorno como portadores de todo lo necesario para ser felices.

Hace unos días tuve la enorme alegría de dar mi primera charla sobre esta forma de entender la vida. Cuando comencé a prepararla, me planteaba de qué manera podía reflejar mis ideas y pensamientos para que fuesen fácilmente aplicables en el día a día. Una de las cosas que quería contar era el concepto que os describía antes, el de “encajar en la forma”, es decir, moldear aquello que somos para adaptarlo a lo que debemos ser. En ese momento, me surgió la idea de usar como metáfora la semejanza que, para mí, tiene nuestra vida con ese juguete infantil en el que tenemos un recipiente hueco por dentro con orificios de distintas formas en el exterior y, por otro lado, las piezas que se adaptan a la perfección al tamaño de esos huecos. El entretenimiento consiste en conseguir introducir cada una de ellas en el lugar que le corresponde. Encajar… así de sencillo. O no.

Creo que todos nacemos con una forma determinada, podemos ser triángulos, cuadrados, círculos, estrellas… existen mil variedades y todas ellas ya tienen todo lo que tienen que tener; están completas. Como os decía al principio, dependiendo de todas esas circunstancias que nos rodean, puede que el formato con el que nacemos, poco o nada tenga que ver con el molde en el que debemos encajar, o puede que nuestro hueco sea tan parecido a nuestra forma de origen que veamos en aquello que se nos supone a la mismísima horma de nuestro zapato. En mi caso, soy de las personas que recortaron partes de sí para tratar de adaptarme al molde.

El problema surgió cuando comencé a echar en falta esos trocitos de mí que había dejado por el camino. Cuando consigues adaptar tu forma a esa que te dicen que debes tener, tienes la sensación de haber alcanzado el gran objetivo, cuentas con el reconocimiento de los demás porque formas parte de eso que ellos reconocen como “lo bueno” y te sientes aceptado dentro de tu entorno, ese por el que luchas por formar parte porque durante todo el proceso de adecuación de tu forma a la establecida, te han dicho mil veces todo lo estupendo que te espera cuando te conviertas en uno más de ellos. Creo que ese “sentirme aceptada” me daba confortabilidad, cierta tranquilidad y, sobre todo, la sensación de estar haciendo lo de debía hacer. Muchas veces he sentido que las cosas que llevaba a cabo no las hacía convencida, que me dejaba arrastrar por lo que me decían otros, incluso las he llegado a hacer sin tener ni puñetera idea del por qué ni el para qué. Si todas esas cosas las hubiese hecho sin que llegasen a dejar un poso en mí, no hubiese iniciado un cambio de actitud, pero muchas de ellas dejaban grabadas sensaciones, emociones y pensamientos que me alejaban en exceso de mi forma original, que conseguían que me chirriase el alma.

Ahora me planteo qué era lo que buscaba cuando intentaba creerme que yo era eso que hacía o que decía y me doy cuenta de que necesitaba no ver las cicatrices que me habían quedado al adaptar mi forma. Ser consciente de ellas me parecía demasiado duro, no tenía ganas de enfrentarme a aquello; destapar el baúl en el que guardaba bajo siete candados todos mis lados oscuros me aterraba, pero creo que me daba más miedo aún abrir en el que escondía la valentía necesaria para recuperar mi forma, así que, aunque supiese que las llaves para abrirlos estaban en mi bolsillo, prefería creer que nada podía hacer para acceder a ellos.

Todas las creencias que daba por sólidas verdades eran las que configuraban mi mentalidad y le daban forma a mi personalidad. A ellas me aferraba para sentirme segura, era muy complicado para mí plantearme que todo eso que no me llevaba al lugar en el que quería estar pudiese ser cambiado, me parecía una utopía propia solo de cuatro chalados a los que se les había ido la cabeza. Hoy soy una de esos raritos que ponen en duda todo lo que creen, que se observan a sí mismos como gestores de emociones en las que ya no existe la sentencia condenatoria, simplemente, porque no hay sitio para el juicio que antes tan fácilmente se llegaba a celebrar, y que saben que todo aquello que sienten no es más que una interpretación que en nada difiere de la de otros, a la que tan solo le damos mayor valor por ser la nuestra.

Todas las veces que huía de responsabilizarme de mi vida colocaba mi atención en todo lo que me limitaba para comenzar a llevar las riendas, necesitaba buscar todas las justificaciones posibles para no mover el culo del sitio en el que estaba por mucho que me repatease encontrarme allí. Y lo hacía porque era lo que sabía hacer, no era consciente de que buscaba excusas, yo lo llamaba “los por qués” y aquí os podéis imaginar la cantidad de opciones posibles a las que les ponía nombre con una velocidad propia de quienes tienen gran experiencia… le daba cabida al miedo, a la incertidumbre de no saber a dónde me podría llevar ese nuevo camino que sentía que debía iniciar, me acordaba mucho de todas las veces que lo había intentado y no lo había conseguido, pensaba en lo que dirían los demás, en lo que yo podría llegar a sentir si fracasaba, le daba vueltas y vueltas al miedo que sentía por si alguien decidía bajarse de mi nuevo tren… en fin, aquí tienen cabida todas las justificaciones que os podáis imaginar y eran ellas las que gestionaban mis ganas de cambio en lugar de ser yo la responsable del mismo.

Cuando recuerdo esa etapa de defensa de la forma establecida, también me veo intentando convencer a otros de que la adquiriesen, aquí abarco todo mi entorno, incluidos mis hijos. Me resulta curioso reconocerme abogando porque no saliesen del molde porque yo misma tenía pavor de abandonarlo y, aunque no me gustaba lo que veía en mí, trataba de que ellos fuesen un fiel reflejo de ese “estar en la forma” en lugar de estar en el “ser”. Ahora entiendo que todas esas herramientas mentales para justificar actitudes las empleaba para no salir de la norma, porque creía que atenerme a ella me otorgaba todo el control posible sobre mis circunstancias.

En esos momentos no sabía ver que tu propio equilibrio no llega a través de nada que no tenga que ver contigo, que no es algo que se pueda adecuar a la sociedad en la que vives o a la familia a la que perteneces, no sabía entender que la serenidad con la que emprendes un camino diferente no te enfrenta a peligros más feroces que con los que te encuentras cada día, que lo único que diferencia a unos de otros es el saberlos conocidos.

MUESTRA AQUELLO QUE ERES, no te conformes con lo que crees ser.

6 Comentarios Agrega el tuyo

  1. mario dice:

    Quisiera hacer unas observaciones:
    1.- no solo validamos lo que se presupone bueno, también validamos lo que se presupone malo y seguimos los pasos para no llegar a conseguir lo que creemos que no está a nuestro alcance ni tenemos derecho a ello.
    2.- Todo el mundo quiere hacer lo correcto, nadie quiere ser el «rarito». A lo largo de nuestra vida pasamos por etapas, etapas que forman parte de nuestro desarrollo,en las que nuestras «guias» vienen dadas por nuestra familia,amigos , colegio, entorno etc….. Dependiendo de la «fortuna» a veces aparecen en nuestro camino personas o situaciones que nos van abriendo puertas nuevas pero también tenemos la «desfortuna» de encontrarnos con personas o situaciones que cierran esas puertas. El periodo de tiempo que pasa hasta que decidimos tomar las riendas de nuestra vida, es variable, y más que cicatrices, son experiencias. » …No me equivoque mil veces para hacer una bombilla, descubri mil maneras de como no hacer una bombilla… Tomas Alba Edison…»
    3.- A veces no queremos cambiar, porque no queremos enfrentarnos a esas posibilidades que hemos perdido y que podríamos haber conseguido sin hubiéramos sido conscientes de nuestras capacidades . Un día te das cuenta que eres bueno en una o varias actividades, pero si hubieras sido capaz en el momento adecuado, hubieras hecho lo que querías, hubieras sido fiel a tí mismo.
    4.- Así, que por una parte tenemos que ser valientes para ser fieles a nosotros mismos y tomar las riendas de nuestra vida , pero también para asumir esas » pérdidas».
    Leyendo el texto, me ha venido a la cabeza aquella expresión que decían en el colegio en mi época de adolescente » …teneís que tener personalidad…» y eso que era ????? nacía espontáneamente como los dientes o había que estudiarlo como las matemáticas o sencillamente consistía en hacer lo correcto,lo que la familia, los profesores ,la sociedad etcc esperaba de tí.
    Entonces no tenía claro que era. Hoy sí y tú lo expresas muy bien en este blog.
    Thanks

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    1. Mpaula dice:

      Valientes para ser fieles a nosostros mismos, me gusta!!

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  2. Juanito dice:

    Mejor dejarte el enlace ¿no? 😉 https://www.youtube.com/watch?v=037uSAIahho

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  3. Juanito dice:

    Lo que dices, título incluido, me trae un recuerdo que viene bastante al «hilo»… y que espero te guste. Porque tu eres The Shape of my Heart.

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  4. mario dice:

    Y yo lijando la estrellita para que entrara en el círculo ¡¡¡¡¡¡¡

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  5. BEGOÑA Martín villergas dice:

    Mira Gema….has hecho q vuelva a dar un recorrido x mi vida otra vez….la primera fue en tu conferencia ….al leerte me veo tan reflejada!!!!! Hice tanto «dirigida» por las creencias familiares y x ese miedo a no obedecer xq si no hacía lo q que querían. ….a lo mejor dejaban de quererte!!!!!!????????
    Bufffff desde mi edad . .. Miro atrás ……y qué de situaciones recuerdo……
    Pero a la vez doy tantas GRACIAS de tener a gente a mi lado ( como tú …) que me hacen mirar hacia adelante!!!!! Con ese ánimo positivo q tanto quiero y que no todas las personas lo sienten igual. Yo creo q es xq vamos encontrando aquello que damos. . ..
    Qué suerte tuve x encontrarte en éste camino!!!!!
    Gracias x lo q estás ayudando a Raquel.
    Feliz tarde!!!!!

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