No tienes que ser bueno

La bondad no es como la pintamos. No trata sobre dejar a un lado tus intereses sobreponiendo los de los demás. La bondad no es dejarte el cuerpo y el alma en que el otro alcance sus objetivos, y menos aún si abandonas los tuyos por el mero hecho de “tener que ser bueno” y necesitar parecerlo.

¿Te das cuenta de la facilidad con la que asociamos lo que hacemos con lo que Somos? Si yo hago lo que considero bueno… ¿ya lo soy? Y, si no lo hago… ¿dejo de serlo? ¿Qué pasa cuando lo que yo interpreto como bondad y lo que tú, o el resto de mi entorno, determina que lo es no coincide? ¿Qué se supone que debo hacer/ser entonces?

Si de lo que hago extraigo la información de lo que Soy… ¿en qué me convierto si no hago “lo que debo”?

Parece mentira que algo tan sencillito como la bondad pueda tener tanta miga con la que entretenerse a degustar.

En la rae tan solo aparecen 5 acepciones al buscar el significado de “Bondad”, y las cinco son claras y concisas, con poco que reseñar, pero me parece interesante transcribirlas aquí porque son un ejemplo estupendo de la facilidad que tenemos para transformar cinco pragmáticas definiciones en un abanico inmenso de posibles interpretaciones. Allá van…

Bondad:

  1. Cualidad de bueno.
  2. Natural inclinación a hacer el bien.
  3. Acción buena.
  4. Blandura y apacibilidad de genio.
  5. Amabilidad de una persona respecto a otra.

¿Has visto que fácil es definir la bondad? Bastan 23 palabritas para formar 5 definiciones, ¡toma ya! Y encima ninguna de ellas entraña complejidad alguna para ser entendida, ¡perfecto! Ya tenemos cinco oportunidades para explicarnos qué es, pero nos falta cubrir otra humana necesidad: la de encontrar el Sentido que va más allá de lo que ésta pueda significar, y eso ya es harina de otro costal. Ahí no cabe estandarizar un concepto tan amplio como la bondad. No es posible ceñirnos a un solo criterio con el que llegarla a juzgar por muy académicas que sean las definiciones que éste nos pueda facilitar.

Gracias al Sentido que inferimos de la bondad, extraemos principios en los que basarnos a nivel general y también particular. En ellos le damos cabida a lo que de ella entiende la sociedad en la que vivimos, la familia, los amigos, nuestro entorno laboral… Y con todo ese amasijo de valores aprendidos a fuerza de remarcar, los convertimos en realidades en las que basarnos para construir un filtro de idoneidad por el que pasar todas las situaciones que nos rodean y determinar lo que es – y lo que no es – la bondad .

Si relees las definiciones sobre ella, observarás que las tres primeras utilizan términos que se pueden considerar de la misma familia (bueno, buena y bien), pero la cuarta y la quinta acepción dejan de lado a los familiares de tan bonita cualidad y me han parecido las más interesantes para detenerme y mirar…

Así dice la cuarta: “Blandura y apacibilidad de genio.”

Creo que ésta es la que más encaja en lo que me han enseñado desde pequeña sobre la bondad. “Blandura y apacibilidad de genio”… sí, encaja genial.

Tengo recuerdos de adolescencia en los que oía cómo mi familia y los vecinos del pueblo hablaban sobre las personas a las que yo veía puteadas hasta la extenuación. Son recuerdos que ahora me vienen a la cabeza y no lo hacen solos. Les acompaña cierta rabia fruto del desconcierto que me producía, ya de joven, ese tipo de situación: la de ver a gente que se dejaba la vida en complacer a los demás. Y no escribo lo de “dejarse la vida” por buscar la metáfora con la que reflejarlo, lo hago ciñéndome a lo observado: personas que se bajaban de su vida para cargar con las de otros, y eso, para mí, no es Vivir. Es pasear de puntillas en lugar de jugar con la arena.

Cuando oía la forma en la que mi entorno hablaba sobre ell@s, me llegaba a enfadar de verdad, me parecía tan injusto que no se diesen la oportunidad de disfrutar de la Vida, que me ardía la lengua si me tenía que callar, y más aún cuando oía cómo adornaban el modo lastimero en el que los demás se referían a ell@s metiendo algún “pobriño, es que es muy bueno”.

¿Qué tiene que ver eso con la bondad? Pues yo creo que nada, lo veo más cercano a cubrir otras necesidades en las que no me puedo enfrascar en esta entrada, pero sobre las que tengo ganas de meterme y dejarme enredar. A ver qué pasa…

Creo que confundimos la blandura de la que habla la RAE (dulzura de carácter o afabilidad en el trato) con la manejabilidad (cualidad de manejar: dirigir, gobernar, usar). Ser blando no conlleva ser manejable, pero tenemos cierta tendencia a mezclar ambos conceptos cuando hablamos sobre lo que para nosotros es “ser bueno”.

Tampoco ser apacible, es decir: manso, dulce y agradable en la condición y el trato, es sinónimo de manejable por mucho que resulte más sencillo luchar y vencer a quien no tiene ganas de guerra que a quien busca, permanentemente, entrar en combate. Las herramientas que tienen ambos distan mucho de ser iguales y, por supuesto, la agilidad con la que puedan llegar a emplearlas hacen que, quien busca conseguirles manejar, tenga clara la elección de su oponente en la batalla.

La cuarta de las definiciones sobre la bondad es de las que “nos viene bien tener a mano”. Eso de que “el bueno tiene blandura y apacibilidad de genio” nos hace creer que la bondad puede tener que  ver con manejar a quienes disponen de esta cualidad, y esto le abre las puertas a la posibilidad de hacer que las necesidades de los demás se caigan del taco de cartas a repartir y nos permite que sean las nuestras las únicas con las que contar de mano en el azaroso juego de la vida.

También me parece muy interesante la relación que veo entre la cuarta y la quinta acepción: la cuarta se abre a entender al bueno como alguien “moldeable”, y la quinta determina hacia dónde se acepta que sea dirigida la bondad, definiéndola como la amabilidad de una persona respecto a otra. Ale, ya está, ahí le cerramos la puerta en las narices a que la bondad pueda tener que ver con ser amable, también, con uno mismo. A eso lo asociamos con el egoísmo.

Como si la amabilidad no tuviese la capacidad de abrazarnos a todos por igual…

¿Te has parado a pensar qué ocurre cuando decides sucumbir a la tentación de “tener que ser bueno”?, ¿de hacer cosas buenas para encajar en el ideal que otro tenga de la bondad y necesitar parecerlo?, ¿has Visto qué desencadena en ti la decisión de aceptar que tu bondad natural no es suficiente para considerarte bondadoso?, ¿has mirado la posibilidad de que, lo que a ti te parece bueno, puede no ser compatible con lo que los demás dicen que es la bondad? A mí me parece muy interesante dedicarle un poquito de tiempo a Verme en cada uno de los pensamientos que se generan cuando me permito contestar desde mi honestidad, y esto es lo que Veo…

Veo que cuando “soy buena porque tengo que serlo”, busco que mi bondad tenga efecto boomerang, que vuelva a casa igual que se va.

Veo que cuando “tengo que ser algo” apunto cada uno de mis tantos en piedra, buscando que otros los vean y los mantengan en su recuerdo, pero cuando simplemente Soy, la piedra se convierte en hielo.

Veo que no termino de creerme mi bondad, que no me vale con sentirme buena, que busco que sean los otros quienes me confirmen que lo soy.

Veo que se diluye la fe en mí, porque se ampara en la validez que los otros me aporten.

En definitiva, Veo que, cuando me creo que “tengo que ser buena” tiendo a identificarme más con lo que hago que con lo que de verdad Soy, y esto me resulta divertido porque me permite Ver la fuerza de mis creencias, la necesidad que tienen de hacerse valer.

“Permítete estar de acuerdo con el desacuerdo que generes en los demás. Así podrás darle cabida a cualquiera de los Sentidos asignados a la bondad, porque, al igual que se puede ser extraordinario sin ser perfecto, también se puede ser Bueno sin la necesidad de tener que serlo”.

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3 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Juan Antonio dice:

    Voy a participar en tu reflexión si me lo permites 😄. Pero lamentablemente desde un punto de vista diferente, a ver que te parece.

    Empezaré diciendo que «sí hay que ser bueno». Porque no? Que viva la bondad! La bondad nos hace grandes, nos llena de regocijo y nos cura. Así como la vacuna te cura y previene de la enfermedad.

    Pero por puro beneficio propio. Claro que si el mundo solo estubiera habitado de personas bondadosas sería magnífico. Pero el simple hecho de hacer lo correcto, de ser bueno con el otro, te granjea un biniestar interior que no ha de ser para nada desdeñado.

    He ahí la diferencia entre ser bueno (o bondadoso) o hacerse el bueno. Quien practica la bondad con la mascara puesta a modo de obra de teatro por el mero objetivo de conseguir algún beneficio de reintegro está habocado al fracaso. Aunque consiga el beneficio buscado. Porque el verdadero beneficio de ser bondadoso es serlo.

    Así podrías dejar de mirar a los demas buscandoles defectos o mirandote a ti mismo a traves de sus ojos, para empezar a mirarte a ti mismo a traves de los tuyos, y lograr ver a una persona de la que emana algo mas que un vano interés.

    No te voy a negar que el bondados@ se detendrá en ocasiones, sobre todo en aquellos momentos duros, a pensar el porqué de su actuar. Porque soy bondadoso con aquel que es malvado conmigo? Porque la bondad no interfiere en los demas para que todo vaya mas fluido, mas sencillo, mas de buen rollo? La respuesta que encontrará es siempre la misma: no lo sé, pero hacer otra cosa sería fingir ser quien no soy, y me haría más mal que bien. Así que a pesar de las adversidsdes y el entorno no podrá evitar ser quien es.

    En definitiva, sabes que opino que lo bueno o lo malo no es algo adquirido, sino innato. Somos moldeables pero en esencia sabemos diferenciar el bien del mal, es el caracter o personalidad el factor que gradua o modula nuestras inclinaciones ante lo uno o lo otro (lo bueno o lo malo).

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  2. Rosa dice:

    Una cosa es ser bueno y otra cosa es ser tonto…. Me gusta tu reflexión!
    Mi madre siempre dice » haz bien y no mires con quien» yo difiero, a veces hay que librarse de lis hace Tontos 😂😂

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  3. Raquel dice:

    Literal «personas que se bajaban de su vida para cargar con la de otros» .:¿que herida emocional se pretende sanar con esta no tan aislada conducta? más de una ¿no?, pero como resuena el grito porque otros te quieran, si bien aprendí no sin dolor que nadie es querido si el no se quiere, pero es que uno no puede querer a nadie si el no se quiere,
    Gracias Gema, para este año recién inaugurado me apunto a lo de jugar con la arena.

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