La Akademia: Grandes Maestros en cuerpos pequeños

 

La Akademia

Me siento osada intentando hacer lo que pretendo. Sinceramente, no creo que existan las palabras adecuadas para reflejar con exactitud lo que quiero mostrarte en esta entrada. O, al menos, yo no las conozco…

¿Cómo expresar lo que te hace sentir la FUERZA de una mirada bañada en lágrimas?, ¿cómo ponerle palabras a lo que ocurre cuando sientes que eres parte de la persona a la que abrazas?, ¿cómo contar lo que se siente al ver a alguien con una mano en el pecho, tocando su corazón, y que te lo entregue con la mirada?, ¿cómo explicar la Magia que te envuelve cuando dejas que la Vida te cale hasta el Alma?,  ¿cómo se hace eso?, ¿cómo se dota de Sentido al humilde Significado de la palabra?

Yo voy a intentar conseguirlo –bueno, me conformo con acercarme-. Me he levantado chulita hoy y no voy a dejarme amilanar por el respeto que me da no estar a la altura de los Maestros de los que voy a hablarte. No voy a decir sus nombres, pero voy a traer a estas líneas que hablan de Vida una parte de lo que me regalaron sus Almas. Grabaré a fuego en este cuaderno de Bitácora que compartimos tú y yo un puerto nuevo al que tuve la enorme fortuna de llegar y AMARrarme, en el que me despeloté viva, donde abrí mi corazón poniéndolo al Servicio de la Vida y donde sé que siempre podré volver porque ya forma parte de mí. Con cada abrazo me Aprendí, en cada gesto me Sentí, en cada palabra no dicha me Encontré y con cada mirada me supe Vida.

20 adolescentes con Vidas duras, intensas, de las que pesan, de las que lastran enfados, rencores y penas. 20 chavales que, en un momento en el que se supone que todo ha de ser bonito, excitante y potente lo que encuentran en su día a día es pesadez de corazón y de mente, creando así el miedo a sentir; el miedo a Saberse…

Cuando me propusieron pasar un ratito con ellos lo sentí como un Regalo, encontré tanto Sentido a todo lo que me había pasado… me sentí tan afortunada de tener la posibilidad de invitarles a disfrutar de la Vida que Son mientras cruzan la que piensan…

Es curioso cómo las circunstancias más difíciles de la Vida, las más duras de lidiar, pueden convertirse en las encargadas de catapultarte hacia lugares repletos de Magia Vital. Así comenzó a fraguarse de lo que hoy te hablo…

Conocí a Alicia y a María el 5 de octubre del año pasado. Mi amigo Juan me había invitado a acompañarle a un taller sobre lo que el contacto con la Naturaleza nos puede hacer comprender de la Vida (maravilloso, por cierto). Llegué un ratito antes de que el taller diese comienzo y me puse a cotillear Facebook para hacer tiempo. Al abrirlo, me saltó un recordatorio de una publicación que tres años antes había compartido.

No había sido una publicación cualquiera para mí, ya que la escribí siendo consciente de estas manitas que dios me ha dado y la capacidad para moverlas que aún mantengo. La publiqué el mismo día que salí de la UVI tras ser operada del aneurisma. Me sentía tan feliz de estar Viva… Recuerdo perfectamente el momento en el que, esperando en la Casa Encendida (me chifla el nombre, y también el aire que se respira en ese lugar), vi el recordatorio de la publicación. Me embriagó la emoción, el Agradecimiento y la Vida, se me instaló en la cara una sonrisa tan sentida… Recordarme en la cama del Hospital, entre lágrimas, ilusionada por recuperarme cuanto antes para seguir dando caña, y sintiendo cómo la palabra GRACIAS se exhalaba por cada poro de mi piel, convirtió aquel momento de espera en La Casa Encendida en una versión mejorada del siempre potente «GRACIAS A LA VIDA».

Cuando Juan llegó para dar el taller se lo conté… “Mira lo que me ha recordado Facebook, Juan… Soy muy afortunada” y él, con esa sensibilidad tan suya, me soltó un “¿Te importa que, si siento que encaja en el taller, lo comparta?”, “ Claro que no, Juan, me parece un regalo que lo hagas”. Y lo hizo.

Así fue cómo María y Alicia se enteraron de una parte de mi historia (de otras partes se enterarían después). Aquel día la Vida me regaló conocerlas. Ellas eran las organizadoras del Taller al que Juan me invitó y son también dos de las preciosas Almas que le dan forma a la Akademia de la que te hablo hoy; un lugar de Encuentro y apoyo para adolescentes con el que he tenido el honor de colaborar.

No te sé explicar muy bien qué es “La Akademia”, así que te la voy a acercar a través de lo que yo vi y sentí allí: para mí es un espacio donde personas que se Saben Vida se ponen al Servicio de aquellos que también lo Son pero que, hasta el momento, tan solo se han dado permiso para intuirse. “La Akademia” es una demostración de cómo la Vida colabora consigo misma.

Cuando Alicia me dijo que había pensado en invitarme a compartir con los chavales mi experiencia rompí a llorar. Para mí era tan significativo, tan lleno de Sentido… era tan impactante mirar con perspectiva hacia los momentos más difíciles de mi Vida y sentirme Agradecida por todos ellos…

Decidí despelotarme en ese lugar, abrir mi corazón cuanto pudiese y exponerlo para que cada uno de los chavales viese que existe la posibilidad de hacerlo sin temor a que lo hieran ya que eres tú quien decide la intensidad, profundidad y dureza de sus heridas y también el responsable de hacerlas sanar. Y es que NO EXISTE UN ENEMIGO MÁS CRUEL E INHUMANO QUE UNO MISMO NEGANDO SU HUMANIDAD. Por experiencia lo digo.

A través de mis palabras quise transparentar mi Alma, la que durante mi adolescencia de luchas me sentía incapaz de Ver. Quería que la Luz de la que todos formamos parte les inundara y acercarme desde el corazón a quien ellos realmente Son en lugar de hacerlo a través de razones o circunstancias.

Les hablé del miedo y del miedo que da el miedo, incluso del miedo que da dejar de tener miedo, les hablé del rencor y de la facilidad con la que éste se convierte en odio hacia quienes haces culpables de lo que sientes. Les hablé de puñales, de los que me pusieron literalmente en el cuello y de los que yo solita me clavé en el corazón. Compartí momentos de rabia y desesperación entre los que me hice tan pequeña como para no ser capaz de reconocerme. Les hablé de cuántas veces la Vida me pareció una auténtica mierda, de las ganas que tenía a su edad de que la mía se acabara porque sufrir me resultaba inherente a la acción de levantarme cada mañana. Les hablé de las pelotas que tengo, de mi mala hostia y de la facilidad que durante muchos años tuve para conseguir las cosas «por mis cojones» porque en aquellos momentos no quería ni oir hablar de que mi Corazón existiese. Les conté lo distinta que puede ser la Fuerza dependiendo del lugar desde el que salga. Les hablé de que no es lo mismo la Fuerza mental que la del Alma, que una llega a doler y la otra calma; que una es pensada y la otra habitada. Les conté que pensar no es lo mismo que Ser, que Somos quienes Somos y no quienes pensamos Ser, que la historia de una Vida es la Suma de sus momentos y que la posibilidad de cambiar un guion que no nos gusta siempre está disponible para quien se responsabiliza de la suya.

Una de mis Maestras de ese día me dijo algo que me conmovió especialmente por hacerme sentir que había cumplido mi objetivo… «Parece mentira que esto haya sucedido, es como si aquí hubiese un mundo distinto al que hay fuera…»

Qué bonito fue escuchar eso. Me vuelvo a emocionar al escribirlo. Qué intenso es sentir que alguien se acerca a su propia Naturaleza dejando a un ladito juicios y cadenas. Qué agradecidísima me siento por haberme Encontrado con Ellos.

¡Cuánta Grandeza alojada en 20 pequeños cuerpos!

Gracias, chicos… Sois mis admirados Maestros

Un comentario Agrega el tuyo

  1. Julián González dice:

    Gracias con toda la fuerza. Gema

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