«No esperes» – La Primera Invitación

No esperes

La primera vez que me di cuenta de que no se puede esperar para Vivir fue después de que me diagnosticasen el aneurisma. En ese momento me di cuenta de lo que significa la Primera Invitación del libro de Frank Ostaseski sobre la que quiero hablarte hoy: “NO ESPERES”.

Ojalá sepa acompañarte hacia su Sentido. Empezamos…

28 de julio de 2014

Un día cualquiera convertido en el primero de una nueva era. Comienzo de etapa. Un lunes que dejó de ser «uno más» por acabar de una forma totalmente inesperada: “Tienes un aneurisma polilobulado en la arteria cerebral media del hemisferio izquierdo del cerebro. Es importante. Hay que operarte.”

Me lo soltaron así, a bocajarro, sin ningún tipo de anestesia emocional mientras salía del quirófano donde me acababan de realizar el cateterismo. Es verdad que fui yo quien preguntó qué tal había ido la prueba cuando finalizó, pero lo hice sonriendo, confiada, no esperaba aquel cántaro de agua ultra congelada. Me quedé en shock al escucharlo.

Vale que yo sabía que el cateterismo cerebral que me acababan de hacer era la última prueba que había que realizar para confirmar si el aneurisma estaba o no. Vale que, en caso de que estuviese, necesitábamos conocer su forma exacta, tamaño y modo de abordaje, pero yo había entrado a aquel quirófano convencida de que, de nuevo, me dirían que no lo tenía, que todo había sido una falsa alarma, y no lo fue. La situación me desbordaba. En mí se alojaba una bomba de relojería, estaba, la tenía. Quedaba confirmado el diagnóstico y conocía el riesgo al que me exponía.

En aquel momento, la asepsia en la expresión del radiólogo soltándome una información tan Vitalmente incisiva y la dureza de las palabras que empleó para hacerlo, consiguieron que me sintiese totalmente sola aunque le tuviese delante de mí. Fue duro escucharle. Y más duro aún sentirme tan lejos de él, tan ausente del mundo.

Tengo la sensación de que al tiempo que eso me sucedía y me daba de bruces contra la realidad, algo comenzó a gestarse dentro de mí. El diagnóstico me bloqueó, sí, pero también activó el pistón que me sirvió como pistoletazo de salida para acercarme a lo que realmente soy. Ser consciente de mi temporalidad me ayudó a permitir AprenderMe en mi modo de Vivir. Aquel quirófano no solo había alojado mi cuerpo desnudo, también albergó un corazón despelotado, tumbado sobre carne Viva que latía al ritmo descorazonador de la rabia, la incredulidad y la tristeza.

La Vida llamaba a mi puerta.

Sobre mi cuerpo tembloroso cayeron como lanzas las palabras que daban significado al diagnóstico. Ahora tocaba encontrarle el Sentido. Llegaba el momento de emprender el Camino, ya no encontraba excusas para no hacerlo, lo tenía justo delante. Poco importaba que no lo quisiese Ver o que no me sintiese preparada para enfrentarme a ello. Ya no podía esperar para Ser quien siempre fui, tampoco para expresarlo y ser coherente conmigo.

Cuando eres consciente de que tu tiempo aquí puede acabarse, eso de quedarte esperando a que llegue el momento perfecto para hacer algo se borra de un plumazo –o de un bofetón- y te das cuenta de lo duro que resulta, de repente, tener prisa por Vivir, por Sentir, por decir o por hacer lo que nunca antes te has permitido.

En un hospital descubrí que es imposible aplazarse, que ya eres cuanto puedes ser, que lo tienes todo para estar, y que ser consciente de la Grandeza Vital que todo eso conlleva es tan solo cuestión de perspectiva, de prestarle una Atención Honesta a tu propia Vida.

Claro que siempre he sabido que me voy a morir, pero aquel 28 de julio me hice consciente de ello.

Quizá apenas aprecies la diferencia entre los dos conceptos que acabo de utilizar: “saber” y “ser consciente”. Para mí sí que se diferencian, y mucho. Te cuento por qué… Yo creo que cuando “sabes algo”, es tu cabeza quien lo conoce, quien lo gestiona y quien se relaciona con ello. La consciencia –tu consciencia- es algo distinto. A través de ella confluyen otros factores, no solo la cabeza. Cuando “eres consciente de algo”, tu cabecita interviene en el proceso, claro que sí, pero lo hace dándole forma a la experiencia Vital, colocando, nombrando, localizando el desequilibrio e intentando subsanarlo. Ya está.

Sabemos que es nuestra cabeza la que toma las decisiones, la que las evalúa, las asume, la que se arma para la guerra o se rinde ante ella por la falta de confianza en que la pueda ganar. Puede que incluso a veces se rinda por puro hastío o tristeza al volver a verse batallando, quién sabe. Pero independientemente de lo que ella haga, si tú decides ser consciente de ti, DE LO QUE ERES –que es mucho más de lo que tu cabecita pueda pensar- agradecerás cada episodio que tu cabeza cree porque, cuando lo hace, tú  tienes la posibilidad de Aprender cómo funciona/s.

Si eres de los afortunados que se permiten Ver cómo juega la mente con los distintos elementos que utilizamos para contarnos “la verdad” que Vivimos, hazte un favor: SÉ HONESTO contigo mismo cuando lo hagas, porque si lo eres, ante ti aparecerá el mejor regalo del que puedas disfrutar: el de desCubrir cómo creas y das por buena tu propia historia.

Es en momentos así, en los que te das permiso para una honestidad rompedora, en los que te das cuenta de que existen otros elementos dentro de ti con los que apenas te relacionas. Son las partes más blanditas y delicadas de ti, las que intuyes pero hacen que te acojones Vivo por el simple hecho de plantearte la posibilidad de acercarte a ellas y mirarlas. Hazlo, NO ESPERES, no tengas miedo. Son tus Emociones y tus Silencios, quieren contarte cosas de ti. Pero tú, lo único que quieres, es lucharTe y que se vayan.

Esas partes a las que temes Escuchar no van a marcharse, forman parte de ti y del maravilloso viaje que te regala la Vida para Aprender a Vivir . Lo único que has de hacer es pararte y estar dispuesto a Escuchar lo que quieren contarte.

La Primera Invitación del libro de Frank Ostaseski que tanto me ha gustado leer habla justamente de esto. Ostaseski te invita a que NO ESPERES para Vivir, para Escucharte, para permitirte Sentir, para Aprenderte y para ser Feliz. Invita a la Vida sin más. Sin juicios. Sin cadenas. Sin peros. Sin búsquedas. Sin respuestas. Cargada de honestidad hacia ti mismo y de respeto a lo que piensas.

La Primera Invitación de Frank no es realmente la primera. No van en orden, pero creo que este “No esperes” tiene especial relevancia ya que, mientras esperamos a que llegue  aquello que pensamos que ha de llegar, se nos pasa la Vida que pretendemos Encontrar.

Mucha gente identifica que es necesario pasar por un trauma para dejar de esperar y cambiar de una Vida por inercia a una con Sentido Vital. Son los que creen que si la Vida no te mete una hostia lo suficientemente fuerte como para arrancarte de cuajo del lugar en el que estás, no es posible que tú solito muevas el culo y te desplaces hacia lo que Eres en realidad. Y me apena decirlo, pero creo que tienen razón, claro que la tienen. Tienen la suya, la que les sirve para afianzarse en su creencia y dejar de sentirse capaces de levantarse y Caminar con firmeza hacia lo que realmente Son.

Yo, por mi parte -habiendo Vivido una sacudida Vital importante y conociendo a muchas personas que han Vivido otras aún mayores-  creo que no es Verdad que la única forma de Aprender sea a base de hostias. Creo que cualquier situación que la Vida te ponga delante puede servirte tanto de excusa para dejarte enredar por el miedo y la tristeza, como de impulso para Aprender a saltar sobre una Vida que se torna distinta a la habitual. Y TÚ ERES QUIEN ELIGE CON CUÁL DE ELLAS SE QUEDA. Ambas opciones están. Y también las intermedias, las que no son ni la una ni la otra, las que mezclan de las dos y crean otras nuevas. Todas valen por igual –básicamente porque son las nuestras- pero es importante ser conscientes de las que estamos eligiendo en cada momento… unas llevan a sentirnos en Paz y otras, directamente, a dejarnos la Vida batallando en la guerra.

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