«Pon todo tu Ser en la experiencia» La Tercera Invitación

Pon todo tu Ser en la experiencia

Podría resumir las 82 páginas que le dan forma a la Tercera Invitación de Frank Ostaseski en tres palabras: Honestidad, Aceptación y Coherencia.

Alrededor de estas tres palabras tan sencillas bailan las demás páginas. Conseguir que den el fruto que están llamadas a dar si nos permitimos integrarlas en nuestro día a día, depende de la habilidad -y confianza- que cada uno tenga para pasar con ellas de la teoría pura a la preciosa práctica. Si las cruzamos confiados en lo que Somos, nuestra torpeza como Principiantes en el Arte de usarlas se superará con calma y conseguiremos integrar en nosotros tanto estas tres palabras que se convertirán en faro al que dirigirnos cuando nos perdamos por lo que nos pasa. La idea suena a refugio en la tormenta, ¿verdad?, ¿por qué no alcanzarlo?, ¿por qué no utilizar la Honestidad para Vernos?, ¿por qué no Aceptar de corazón cuanto Encontremos y por qué no permitirnos que la Coherencia reine entre lo que Somos y lo que hacemos?, ¿por qué no?, ¿a qué le tenemos miedo?, ¿acaso no se nos llena la boca pensando en lo bonito que sería poder deleitarnos con el fruto que esas tres palabras dan?, ¿no decimos que queremos encontrar un mundo bonito en el que podamos disfrutar en Paz del Respeto, el Amor, la Integridad, el Equilibrio, la Honestidad y el Compromiso por nosotros mismos y hacia los demás?, ¿acaso no decimos que queremos ser felices? Entonces… ¿a qué esperamos para serlo?, ¿será que estamos esperando a que llegue la experiencia perfecta que nos excluya de esta (que es la única en la que podemos estar y, de hecho, estamos)?

Frank Ostaseski a través de sus «Cinco Invitaciones» nos invita a que reflexionemos de corazón sobre todos estos términos, pero el énfasis hoy lo pondremos en la tercera de ellas: «Pon todo tu Ser en la experiencia». Casi ná…

Es simple leer sobre estas cosas y terminar resignado a que el anhelo del corazón se ahogue en la utopía de la razón. Nos resulta sencillo imaginarlo, pero francamente complicado practicarlo. Y yo creo que nos parece muy básico y simple porque en el fondo… lo Es. Es tan simple como sepamos Verlo. Y tan básico como Dejarse Vivir. Cuantos más peros y mayor desconfianza nos pongamos delante, más se nos complicará hacerlo. Cuanto más creamos que no podemos, menos lo conseguiremos, y cuanto más miedo dejemos que nos invada, mayor dificultad encontraremos en algo tan sencillo como quitarnos de la cabeza las gafas que nos impiden Ver lo que Somos con claridad. Sin juicios ni condicionamientos.

Y ojo, porque digo VER LO QUE SOMOS, no ver lo que nos pasa.

La Invitación de la que te hablo hoy arranca en la página 153 del libro «Las Cinco Invitaciones», y en la 154 ya te encuentras con un párrafo que bien sirve de reflejo de todo lo demás. Es este:

“Para ser íntegros, debemos incluir, aceptar y unir todos los aspectos que nos componen. Debemos aceptar nuestras contradicciones y la aparente incongruencia de nuestros mundos interior y exterior.

Integración no significa perfección. Significa no excluir nada”

En el libro son seis líneas que para mí tienen mucha pero que mucha miga, así que voy a apoyarme en ellas y a desgranarlas por partes para intentar reflejar en esta entrada a lo que estas 36 palabras Invitan porque, si no, yo no sé cómo hablar sobre una Invitación a la Vida tan sumamente grande:

Sobre la Aceptación podría poner un foco de Atención gigante, pero creo que en el blog ya hay publicados varios posts en los que hablo de forma explícita sobre mi forma de entenderla y no me apetece dedicarle un trocito del de hoy a ella como término (aunque admito con orgullo que su estela me acompaña siempre que escribo).

Por eso voy a arrancar mi desgranaje del párrafo de Frank desde el final de una de sus frases. En ella aparece esto: “… y unir todos los aspectos que nos componen”. Me gusta el final de esta frase y más aún aplicármela en primera persona porque creo que «UNIR TODO DE MÍ» conlleva ACEPTAR QUE CADA UNA DE MIS PARTES ESTÁ, y AceptarMe con Amor y Honestidad hace que no entre a saco a convertirme en un enemigo a combatir en una triste guerra en la que por los dos lados ondea la misma bandera. Es más, siento que si Ahora me permito unir cada una de las partes que Veo en mi terreno de juego (y a veces de guerra), en cualquier otro momento también estaré dispuesta a acogerMe de la misma manera. Y esta sensación de SaberMe dispuesta a unir y Aceptar todos los aspectos que me componen desCubriendo con ello quién Soy, sinceramente, me encanta, porque aleja de mí el miedo atroz a Vivir (y a VivirMe).

Otra de las partes que más llama mi atención de las seis prolíficas líneas de Frank que hoy comparto es la que habla sobre contradicciones e incongruencias. Y es que yo tengo de las dos. Muchas. Me contradigo con asiduidad. Uy, no, qué lío, perdona, he mezclado términos, lo siento. Lo que hago con asiduidad no es contradecirme, lo que hago cada dos por tres es contraSentirme. Contradecirme me contradigo poco para lo mucho que me contraSiento porque, como siempre me hicieron hincapié en que antes que mantener mi corazón con latido, lo primordial era mantener las formas y los modales para que todo fuese como tenía que ir y yo me lo creí, pues también me creí que contraSentirme y dejar que se me secase el corazón a base de antidepresivos para no enterarme de la mierda de latido que tenía era la práctica habitual para conseguirlo, pues me afiancé en ello y convertí en una necesidad lo de intentar que todo el mundo estuviese feliz y contento y que todo funcionase correctamente, «como tenía que ser» (aunque yo no supiese explicarme qué era eso de “funcionar correctamente” o si esa «perfecta corrección» de la que la gente hablaba se acercaba algo a lo que a mí me parecía correcto). Tanto lo creí que llegué a olvidarme de Ser quien Era a fuerza de creerme la grandeza del personaje y dejar de lado a la Persona que lo creaba. Hoy en día continúo sin tenerme clara.

Tengo la sensación de que, cuando Frank habla sobre «la aparente incongruencia de nuestro mundo interior y exterior” se refiere a algo parecido a lo que acabo de escribir. Una cosa es lo que Ves (y reConoces) en ti y otra lo que proyectas hacia afuera. Lo que queremos que los otros vean de nosotros está condicionado por la imagen idónea con la que pretendemos que nos asocien porque, de una forma u otra, estamos interesados en obtener cierta devolución a cambio. Esta puede llamarse reconocimiento, simpatía, amor, sexo, pena, admiración, miedo… Da igual cómo la llamemos. No importa el nombre que se le dé a lo que buscamos obtener de aquello que proyectamos. Lo que sí me parece importante y jodidamente bonito es reconocerNos en la inconsciencia en la que nos amparamos para enfocarlo como algo inevitable y tomar conciencia de nuestra oculta voluntad. La que nos lleva a callar unas palabras y no silencia otras o carga de pólvora los cañones que reducen a escombro cualquier emoción inoportuna -o que no toque- por miedo a sentir lo que ya estamos sintiendo o a rendirnos ante quienes Somos y que esto consiga ponernos al Servicio de la Vida, porque eso supondría dejar de «estar a salvo» detrás de excusas tan comunes como las de tiempos, dóndes y cómos para empezar a estar VIVO delante de la VIDA.

Si has leído esto último permitiendo que algunas de las neuronas implicadas en su lectura se hayan conectado con las que tienes en el corazón, es muy posible que ahora mismo lo sientas calentito, quizás agitado. Ese tipo de agitación yo la siento muchas veces y es la que me hace saber que permitirse ser Honesto con uno mismo es un proceso “jodidamente bonito”. Porque resulta bonito dejar de estar en guerra con uno mismo, pero también es muy jodido permitirse dejar de luchar cuando llevas toda la Vida viendo a tus emociones como al enemigo.

Volviendo al texto de Ostaseski, creo que la clave de todo esto reside en una palabra que puede pasar desapercibida. Cuando Frank habla sobre la incongruencia, primero utiliza un adjetivo: APARENTE. Esto significa que tiene apariencia. No que sea lo que nosotros creamos que es. Es fácil abrirnos a sentirnos en nuestras incongruencias -o, al menos, intuirlas- porque le damos explicación a través de lo que pensamos, razonamos y justificamos sobre ellas para sostenerlas (y sostenerNos en ellas), pero eso de permitirnos poner en duda que lo que sentimos (tal y como lo sentimos y por los motivos que lo hacemos) no sea tan verdad como creemos… eso sí que jode, pica y quema, aunque sepamos que ahí está la clave y consigue que reneguemos y volvamos a renegar ante esa posibilidad porque supondría poner en duda la veracidad de un personaje en el que nos tenemos que apoyar si queremos que las cosas funcionen “como tienen que funcionar” ¿Te suena?

Otra de las perlitas de Ostaseski es esta: “Integración no significa perfección. Significa no excluir nada”.

Podría parecer que la Aceptación de la que hablábamos al principio y esta última aportación en la que se ve que la «integración no significa perfección. Significa no excluir nada» nos suenen casi de la misma manera. Y puede que a mí también me suenen casi iguales de primeras, pero si les presto un poquito de Atención, me doy cuenta de un matiz muy potente en la segunda de ellas: si me permito no excluir nada de mí, es porque Veo que algunas de mis partes son «fácilmente excluibles», así que tengo la oportunidad de identificarlas y ponerlas frente a mí para Encontrarme con ellas.

Esas partes son las menos nobles, las que llevo toda la Vida negándoMe y negando a los demás o pretendiendo que no vean, pero ahí están. Todas y cada una de ellas. Eso sí, si  les pongo encima la Luz suficiente como para Verlas, dejan de darme tanto miedo y ya no me parecen tan feas, así que puedo permitirme que, antes de ejecutar en firme mi propia condena a  dejar de sentir lo que siento para volver a contraSentirme de nuevo, se pasee por mi corazón la sentencia que con toda la razón del mundo y mucho, mucho miedo ha dictado mi cabeza: «Gemita, guapa, deshazte de toda esta mierda». Y al hacerlo, al Dejarme Sentir a través de ella, me doy cuenta de que, si me permito poner todo mi Ser en la experiencia, lo único que Encuentro es Amor.  Y el Amor me dice Sí a todos mis no, por lo que a mí no me queda otra que rendirme a Ser quien Soy y actuar en Coherencia.

Deja un comentario